2024: Paradoja de Ellsberg, guacamayas, ranas
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Hace unos días, mi hijo de 11 años me dijo que en su libro sobre la Guerra de Vietnam se hablaba de alguien de apellido Ellsberg quien fue considerado “el hombre más peligroso en los Estados Unidos”, y me plantó la curiosidad que me hizo pensar en escribir sobre él. Casualmente, unos días después, surgió el asunto de las filtraciones de Guacamaya o el #GuacamayaLeaks que publica una cantidad enorme de documentos que tal vez no deberían ser confidenciales, pero que no ven la luz del día gracias a la opacidad que el gobierno de hoy −y antes− maneja en México. Me pareció una casualidad interesante que habiendo decidido escribir sobre la Paradoja de Ellsberg y no sobre su rol en el conflicto de Vietnam, se diera en la misma semana la publicación o filtración de documentos que ponen la atención sobre la Secretaría de la Defensa y las actividades del aparato militar mexicano.
En 1961, Daniel Ellsberg, norteamericano nacido en 1931 y educado en Cambridge y Harvard, considerado un Edward Snowden en los años setenta, publicó un experimento relacionado a cómo las personas tienen una aversión natural a la ambigüedad y normalmente prefieren apostar por aquellas opciones en las que conocen las probabilidades o con las que se sienten familiarizadas con tal de evitar escoger una opción de la que no conocen mucho o que es compleja, aunque pueda tener mejores probabilidades que la opción conocida. Diez años más tarde, en 1971, Ellsberg pasaría a la historia no por su aportación en el campo del análisis de la psicología humana, sino porque fue él quien, estando empleado por el Departamento de Defensa, copió y filtró un estudio conocido como los “Pentagon Papers”, un estudio secreto del gobierno americano que analizaba cómo se tomaron las decisiones militares desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y en especial, por la fecha en que se publicaron, sobre la Guerra de Vietnam y bombardeos secretos a Camboya y Laos que comprobaba que el gobierno de Lyndon B. Johnson había mentido descaradamente a los ciudadanos y al Congreso acerca de los motivos y razones para involucrarse en la Guerra de Vietnam.
La información divulgada por Ellsberg hacía quedar muy mal no sólo a funcionarios y al gobierno de Johnson, sino también el de Truman, Eisenhower, Kennedy y Nixon. Básicamente, el involucramiento de Estados Unidos en Vietnam empieza desde Truman cuando éste otorga ayuda militar secreta a Francia en su lucha contra el Viet Minh comunista. La administración de Nixon, como era de esperarse, se lanzó contra Ellsberg y aquellos que publicaron la información clasificada (New York Times y Washington Post) de manera oficial con abogados y campañas mediáticas, pero también con métodos no oficiales para tratar de callarlos, desacreditarlos e incluso incapacitarlos. Se dice que los Pentagon Papers fueron cruciales en consolidar la opinión pública en contra de la Guerra de Vietnam. En los Estados Unidos de los setenta, como en el México del 2022, la reacción inicial del elefante que es un gobierno es tratar de aplastar a quien filtra o pone en la mesa información que nunca debió ser clasificada o que los hace quedar mal; Ellsberg entonces, Guacamaya o Peniley hoy.
Y esto nos lleva a lo que debió ser el tema de la columna y que tiene mucho que ver con la olla tibia tirando a caliente que es hoy México y la comodidad que sentimos los ciudadanos como ranas en esa olla. La Paradoja de Ellsberg bien podría explicarse con la metáfora de las ranas que no saltan de la olla tibia y acaban quemadas. Si llevamos el análisis de la Paradoja de Ellsberg o la metáfora de las ranas en agua tibia a lo que se viene para México en 2024, podemos tratar de entender por qué es que pensamos como pensamos y por qué pareciera que, salvo que nos quitemos esa aversión a la ambigüedad o a las decisiones que parecen complejas, estamos tristemente destinados a morir en la olla y a nunca apostar por una opción que verdaderamente cambie al cocinero, la estufa, la temperatura del agua, el tamaño de la olla y la forma de entrar y salir de ella. Una opción que nos vea como algo más que “las ranas dóciles en la olla”.
Si pudiéramos simplificar el significado de la Paradoja de Ellsberg se vería más o menos así: las personas tienden a preferir apuestas o escoger entre alternativas que les presentan claridad en sus probabilidades y con ello evitan la apuesta o la selección de alternativas que pueden maximizar su utilidad. Eso los hace pensar que están siendo racionales e inteligentes cuando escogen lo conocido y evitan lo supuestamente incierto o complejo. Y así pinta el 2024; muchos ciudadanos pensando que tienen que escoger entre Morena o una alianza Frankenstein de partidos sólo porque esa es el agua tibia que conocen. Su “más vale malo conocido...”. Insisto, México puede y debe tener opciones distintas, pero no saldrán si seguimos de rehenes de la olla en la estufa de siempre, los cocineros habituales y rodeados de ranas que no aspiran a más que su agua “tibia”.
@josedenigris