A las pruebas me remito

Opinión
/ 2 octubre 2015

En cierto día, la maestra mandó llamar a la mamá de un alumno. Una vez que solícita, la señora se apersonó en la escuela, comprendió el motivo de su presencia. Le explicaron que en un ejercicio de pluralidad le habían pedido a cado uno de los alumnos que compartiera con sus compañeros de estudios la actividad que desempeñaba su progenitor. "Mi papá es mecánico", afirmaba uno de ellos; "el mío es arquitecto", replicaba otro. Grande fue la sorpresa, cuando el hijo de la interfecta, sin que mediara empacho alguno afirmó: "¡mi papá es ratero!" ¿Cómo?, replicó la maestra, ¡eso es inadmisible!
Una vez que la madre del "confundido" alumno "compareció" en la dirección, se vio obligada a dar la explicación referente a que, su marido era ingeniero y trabajaba en Pemex, brindando a su familia una razonablemente buena calidad de vida; sin embargo, también se dedicaba a otra apasionante actividad, la de ser árbitro en el futbol profesional, razón por la cual, al ser inquirido por la maestra respecto del modus vivendi, el niño había contestado con toda sinceridad, tras escuchar en un sinnúmero de ocasiones y por una cantidad indeterminada de personas, que su papá "era un ratero".
Esta aberrante, pero verídica historia, me mueve a la reflexión, sobre todo cuando recientes acontecimientos han convulsionado al futbol mexicano.

Estamos acostumbrados a que en cualquier estadio, cualquier persona pueda gritar sin empacho alguno: "¡árbitro ratero!", sin embargo, por ejemplo, Paco Bernat, directivo poblano, acaba de ser encarcelado acusado de fraude por su socio de apellido Henaine, quien por cierto se encuentra suspendido por las autoridades de la FMF y se le atribuye una rara conexión con un "delincuente de cuello blanco" conocido con el coloquial nombre del "Góber Precioso".

La lista de los directivos del futbol mexicano que han estado tras las rejas, desafortunadamente, es larga: desde Jorge Lankenau, hasta Emilio Maurer, pasando por Carlos Ahumada y Roberto Zermeño. La de los futbolistas que se han visto inmiscuidos en líos judiciales, desgraciadamente también es extensa. El Coreano Aurelio Rivera, por ejemplo; Gonzalo Farfán, Ramón Ramírez. Uno que otro, negando los hechos como Chuy Corona y por ahí, algunos golpeadores de mujeres.
"Víctimas de la violencia", estando en el lugar menos indicado para un deportista como Salvador Cabañas, Octavio El Centavo Muciño o Jaime López.

Si la memoria no me falla, jamás un silbante de nuestro país se ha visto inmiscuido en una situación tan lamentable, por lo que me atrevo a aseverar que, a pesar de la percepción generalizada, como gremio, los nazarenos son lo único decente y rescatable en el balompié nacional.

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