Más allá de los huracanes

Opinión
/ 2 octubre 2015

El pasado fin de semana estuve en una campaña de limpieza de playas en Mahahual, Municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo. Me invitaron jóvenes empresarios del grupo SUSTENTA. Aunque este tipo de actividades son insuficientes mientras no se aplique una normatividad internacional que sancione a los responsables de tirar residuos al mar pues a las playas de Mahahual llegan objetos de Centroamérica, y hasta del Cono Sur.

Previo a la limpieza se organizó un tequio-café para propiciar el diálogo entre los lugareños sobre temas como el manejo de residuos sólidos urbanos, la creación de emprendimientos ecoturísticos y la promoción de la educación ambiental. En la mesa en la que se abordó el tema de los emprendimientos participó una mujer peculiar por sus expresivos ojos.

Ella es de cuerpo menudo, tiene cincuenta y cuatro años de edad y veinticinco de ser la responsable de su familia de cinco hijos. Aunque nació en Mérida Yucatán, vive en Quintana Roo desde pequeña. Judith Alpuche es una mujer que ha luchado siempre, primeramente por sufrir la ausencia de su padre cuyo apellido ella decidió legalmente quitárselo; luchado luego por los huracanes que debido a los efectos del cambio climático, cada vez tienen un mayor impacto. Judith es líder de la Cooperativa Chan Kaaj, S.C. de R.L. de C.V. asentada en unos terrenos de su propiedad.

Ella ama su planeta y lo demuestra implementando acciones de conservación como la de forestar manglares y la de producir arena blanca a partir de los desechos orgánicos marinos llamados popularmente sargazos que entierra en bóvedas que hace en el subsuelo de las playas para que entre la humedad y el sol se transformenen en esa blanquísima arena que luego se agrupa en dunas fantásticas.

Judith es una guerrera desde su sencillo club de playa que cuenta con la autorización para el desarrollo de actividades ecoturísticas desde el año de 1985 por ser una UMA (Unidad de manejo para la Conservación de la Vida Silvestre) que también permite en este caso la investigación, y el aprovechamiento comercial.

Lo que más ha devastado a esta mujer caribeña no ha sido su problemática familiar, ni siquiera los huracanes que como el Dean en agosto de 2007 destrozó todo su patrimonio y arrancó de raíz la flora nativa, teniendo que iniciar de nuevo su emprendimiento ecoturístico porque: "El ciclón me dejó sin ropa, sin nada, ni una mata dejó parada. La playa quedó aplanada."

Lo más duro es la corrupción ilimitada de autoridades locales que han querido quitarle parte de su propiedad. Dice Judith: "Lo que más me ha dolido fue el gobierno de Hendrix pues me invadieron el rancho, me quemaron el restaurante y las palapas." Está cansada de estar permanentemente en juzgados para defender una propiedad que tiene destinada a la explotación sustentable del turismo y no para la gran hotelería de origen trasnacional que lo único que genera es empleos mal pagados porque las utilidades de estos establecimientos all inclusive, se van fuera del país. Sus terrenos en Rancho Punta Tam son muy codiciados porque gracias a su declive natural con respecto al mar, llegan a aguas profundas que convergen con arrecifes que resguardan la riqueza de una fauna marina plena de caracoles y langostas.

Como en otros sitios similares del país, los intereses privados de funcionarios públicos se mueven para engullir los sueños de quienes se esfuerzan por certificarse de acuerdo a los nuevos cánones de la economía verde.

Judith comparte que no todo tiene que ser dinero, que hay que cuidar las playas mexicanas. Asegura que: "No hay que aferrarse al turismo internacional, los que dejan dinero son los mexicanos." Judith Alpuche es un buen ser humano y todos los días pone con su trabajo y el de sus hijos, la muestra del deber cumplido.

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