Planes de desarrollo y la Carabina de Ambrosio
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Durante las campañas político-electorales, los candidatos a Gobernador y alcaldes conocen de viva voz de la ciudadanía la problemática comunitaria, por lo que -se supone-, los ganadores cuentan con bases para elaborar y dar a conocer oportunamente sus planes de trabajo sexenales y trienales.
Esto no ha ocurrido aquí en los últimos 18 años, en lo que se refiere al cargo de Gobernador. Rogelio Montemayor Seguy dio a conocer su Plan Estatal de Desarrollo nueve meses después de haber tomado posesión, en tanto que Enrique Martínez y Martínez y Humberto Moreira Valdés se tardaron un semestre.
No debe olvidarse que entre la declaratoria legal del triunfo en las urnas y la asunción, hay un inter que debiera utilizarse para hacer al menos un borrador que jerarquice las peticiones y necesidades recogidas en campaña, y así adelantar en la priorización de acciones que se plasmarán en el plan definitivo, con base en la capacidad económica que tenga el nuevo Gobierno, ya que una cosa son las promesas y otra la realidad.
Poner en marcha tardíamente los planes de desarrollo, les ha dado la misma utilidad que la Carabina de Ambrosio, porque se desfasa la acción de Gobierno, y por lo tanto, no se cumplen tal como fueron concebidos. Debido a ello los Gobiernos operan más a reacción que en un esquema ordenadamente programático, incluso en las contingencias. Hasta hace poco existía el llamado "Programa de los 100 días", pero ese tentempié que se daba al pueblo cayó en desuso, principalmente por escasez de recursos.
Para no retroceder tanto en el tiempo, tomemos como ejemplo el PED de Humberto Moreira Valdés, presentado el 30 de mayo de 2006. Luego de un diagnóstico del estado, en el documento se asienta que el trabajo del Gobierno descansaría en cuatro ejes rectores: justicia social para todos; desarrollo económico y empleo, buen gobierno y cercano a la gente, y compromiso con la sustentabilidad ambiental. El documento consta de 102 cuartillas.
En el Apartado III, Compromisos y Retos, Moreira Valdés ofreció, entre otras cosas, administrar a Coahuila con honestidad, austeridad y eficiencia; ser el estado más seguro del país; cumplir irrestrictamente con la ley; hacer instituciones más eficientes y eficaces; contar con un sistema de justicia eficiente; fomentar la cultura de la transparencia y la rendición de cuentas; establecer la política de cero tolerancia a los delincuentes, y respetar la división de poderes.
Sobran los comentarios.
Respecto de la prometida justicia social para todos, uno de los programas estelares de la anterior administración fue "en equipo cero marginación" -considerado como articulador de la política acarreavotos de Moreira-, al cual entre 2006 y 2007 se canalizaron 220 millones de pesos para ser invertidos en los municipios de Candela, General Cepeda. Jiménez, Juárez, Ocampo y Viesca, en ese entonces los más pobres de la entidad, según el Ejecutivo.
El pasado 15 de abril, la secretaria de Desarrollo Social, Martha Laura Carranza, declaró que por lo menos 350 mil coahuilenses han sido detectadas con necesidades "más arraigadas", cuya satisfacción no deberá dificultarse por los tiempos electorales que se viven. Mencionó que son 10 los municipios en estas condiciones, y destacan -otra vez- Jiménez, Juárez y Viesca, y se agregan Abasolo, Arteaga, Guerrero, Progreso y Zaragoza, entre otros. ¿Creció la marginación en lugar de disminuir? ¿De que sirvieron entonces la multimillonaria inversión sexenal y el megaendeudamiento?
Otro botón de muestra:
De acuerdo con los "componentes del índice de marginación" del PED, en 2005 los analfabetas de 15 años o más eran el 3.87 por ciento; también de esta edad pero sin primaria completa, el 18.79 por ciento; ocupantes en viviendas sin energía eléctrica, 1.42 por ciento; viviendas sin agua entubada, 2.18 por ciento; viviendas con algún nivel de hacinamiento, 37.74 por ciento, y ocupantes de viviendas con piso de tierra, 4.55 por ciento.
En octubre de 2010, el gobernador sustituto, Jorge Torres López, informó que para esa fecha 33 de los 38 municipios de Coahuila estaban en muy baja marginación, y los restantes cinco en baja, "gracias al programa cero marginación". Aseguró que del 60 por ciento de viviendas que no contaban con agua entubada, se había reducido al 3 por ciento (el PED decía que era el 2.18 por ciento), y que el analfabetismo pasó del 10 al 4 por ciento (el PED decía que era el 3.87 por ciento), en tanto que los jóvenes sin primaria terminada bajó del 36 al 21 por ciento (el PED decía que era del 18.79).
En cuanto a las casas con piso de tierra, Torres López presumió que Humberto Moreira Valdés lo había reducido del 8 al 1 por ciento (el PED decía que era del 4.55 por ciento), en tanto que las viviendas con algún nivel de hacinamiento bajó de 45 al 30 por ciento (el PED decía que era el 37.74 por ciento). Como se aprecia a simple vista, en 2010 los índices de marginación eran más altos que los reconocidos en 2005.
Los números, por sí solos, demuestran que Coahuila fue gobernado con las extremidades inferiores. Eso sí, el anuncio de los planes estatales de desarrollo es rimbombante, pues se convoca a las "fuerzas vivas" del estado, para que el Gobernador se luzca al dar a conocer un mamotreto que nadie lee completo ni siquiera en el ocio más extremo. Menos el principal interesado, porque a él se lo entregan digerido.
En mayo, el actual Gobierno de Coahuila también dará a conocer su PED, y como también partirá de cuatro ejes rectores y además las acciones a realizar se parecen mucho al anterior, ojalá que no se trate de un "fusil".