Postal desde Washington (Final)

Opinión
/ 2 octubre 2015

Las caras alegres por la reelección de Obama coleccionaban todos los rasgos étnicos imaginables

Fue un final de fotografía. Los resultados electorales preliminares, que durante la tarde del martes pasado fueron fluyendo a cuentagotas, provocaron que lo mismo Demócratas y Republicanos, sostuvieran el aliento en más de una ocasión. La moneda en el aire y las boletas en las urnas. Al quince para la media noche, los noticieros informaban: la carrera por la Presidencia había terminado y Obama seguiría despachando desde la Casa Blanca.

La noticia me sorprendió caminando por la Calle 23 de la capital del país, el corazón del barrio histórico de Georgetown. Acababa de visitar el Monumento a Abraham Lincoln y buscaba llegar a la Estación Azul del Metro antes de medianoche, momento en que el servicio se suspende. Una hora antes había estado por la Casa Blanca en busca, sin mucho éxito, de alguna reacción postelectoral. Había estado en el lugar correcto, pero a una hora incorrecta. 

Caminaba, como digo, por aquella calle, cuando se dieron los resultados y la tendencia era irreversible.  Así debió ser, porque el silencio de la noche se quebró entre gritos de júbilo de cientos de jóvenes (aquella es una zona universitaria) que comenzaron a salir a la calle. Festejaban, se abrazaban, saltaban. Iban todos en la misma dirección, por la Pennsylvania Avenue, hacia la Casa Blanca. Imposible perderme aquello aunque perdiera el Metro. 

El contingente se nutría conforme nos acercábamos a la residencial que se ubica en el número 1600 de aquella Avenida. Ya no sólo jóvenes, sino adultos caminaban. No sólo a pie, sino en carro, las personas festejaban. El sonido se incrementaba. La bandera estadounidense, en mano de los jóvenes, ondeaba a la luz de las farolas de la ciudad. Sus colores podían reconocerse en pantaloncillos, sombreros y pelucas. Todos con teléfono en mano, fotografiando y videograbando el momento de su celebración. Compartiéndolo por las redes sociales. Muchos eran los que iban, pocos los que regresaban; aquéllos disfrutaban el resultado, estos, quizás, fueron sorprendidos frente a los jardines de la Casa Blanca por la noticia de un candidato sin triunfo.

Seguí los pasos de la multitud y sus porras, hasta el centro de gravedad. 

A la puerta de la residencia oficial, el festejo era mayúsculo. Las caras alegres coleccionaban todos los rasgos étnicos imaginables. La bandera americana compartía el espacio con otras banderas en las manos de, quizás, estudiantes de intercambio que fueron contagiados por el júbilo. Los blasones en las puertas de la Casa Blanca no sólo pertenecían a otras naciones, sino a movimientos sociales. Todos celebrando, un mosaico. 

Sentada en los hombros de su amigo y con megáfono en mano, una jovencita animaba la porra. O-ba-ma, O-ba-ma, O-ba-ma. Four-more-years. Su voluntad rebasaba la cansada garganta que se le cerraba a cada grito pidiendo una pausa; en pocos minutos, fue sustituida por otra joven con igual ánimo, pero mejor voz. 

Otra muestra espontánea de unidad. Por unos instantes, todas las otras muestras de alegría fueron sofocadas por el unísono del himno nacional. Con la mano derecha en el pecho y retirándose los sombreros del Tío Sam, todos seguían las estrofas. Luego, otra vez, cada quien a lo suyo. 

Festejaban la reelección, pero también a ellos mismos. Del ejercicio de uno de los sistemas electorales más complicados y poco justos en el mundo, había ya un ganador y los americanos celebraban. Algunos inconformes habrá, pero lo que se espera es la observancia de las reglas. Como parte de la celebración puede contarse el discurso del candidato que no será favorecido por el voto del Colegio Electoral: por el bien de su país, le deseó lo mejor al presidente reelecto. 

Después de más de un mes, me regreso a mi país. Estoy muy agradecido con la vida por la oportunidad de haber colaborado, en este tiempo, en algunos proyectos de oficinas gubernamentales americanas. A mi esposa e hijas, agradezco el soportar la ausencia y la distancia. Agradezco a todos quienes leyeron estas postales. 

@victorspena

www.victorspena.com



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