Del Esmirna Dancing Club al Parnaso
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Si aceptamos que el Parnaso era la morada natural de las musas, debemos creer que este lugar es la casa adecuada para que en ella habite la Décima
No fue Ernesto Riestra con su Escuadrón del Ritmo sino Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, quien marcó el compás la noche del jueves en una de las construcciones urbanas más antiguas de América.
La inauguración de un auditorio en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, fue una explosión de sorpresas gratas para nuestra cultura. En el aniversario de la muerte de la monja se inauguró dentro de la Iglesia, sin lastimar un ladrillo original, con respeto al esplendor del recinto del siglo 16, un conjunto teatral de tres salas dotado de tecnología de punta donde lo viejo contrasta y recibe sin traumas todos los avances de la técnica moderna: acústica, cálculo estructural, iluminación teatral, 500 butacas cómodas en tres salas capaces de actividades simultáneas, incluida una de cine, visibilidad perfecta y maquinaria escénica de vanguardia. Bóvedas de acrílico transparente regulan el sonido y la temperatura y dejan admirar ventanales, grabados, cúpula y el retablo rescatado y ahora móvil según las necesidades del espectáculo.
El auditorio "Divino Narciso", llamado así por el auto sacramental de Sor Juana, se abrió con palabras de la rectora Carmen Beatriz López Portillo, quien explicó el proceso de la obra. Rafael Tovar y de Teresa hizo énfasis en el uso de la multimedia electrónica, el Internet y las herramientas del siglo 21, comparando su efecto transformador en la actualidad con la importancia que tuvo en el siglo 15 la imprenta de Gutenberg en el Renacimiento. Dos viudas de escritores mexicanos de siempre asistieron al acto: Marie-José Paz y Silvia Lemus de Fuentes. Se cumplían 18 años de que en ese mismo lugar Octavio, autor de "Sor Juana Inés de la Cruz" o "Las Trampas de la Fe", afirmaba que no se había escrito aún la biografía de la monja.
"Por eso", dijo el secretario Chuayffet en su discurso, "el presidente Enrique Peña Nieto quiere asociarse a este claustro para buscar en España, en Madrid, en El Escorial y en Sevilla esos prodigiosos documentos (manuscritos y correspondencia de la monja) que explicarán más la rica personalidad de nuestra homenajeada". Breve, el mensaje resultó triplemente bueno al anunciar que se invitará a todas las universidades, a las públicas y privadas, a través del Claustro, para que el servicio social de los pasantes universitarios se aboque a combatir el analfabetismo, impulsar la lectura y enseñar las operaciones aritméticas fundamentales". Recibió una ovación y develó junto a la rectora la placa inaugural. Sandra Lorenzano, vicerrectora de la Universidad, presentó la aplicación multimedia "Seducciones de Sor Juana", que contiene datos de la vida y obra de la Monja Jerónima y que puede descargarse desde la página de Conaculta.
La velada terminó con la representación en el escenario que se inauguraba de la ópera barroca La Serva Padrona de Pergolesi. El espectáculo me hizo recordar la época frívola del sitio donde esa noche nos encontrábamos. Era un tiempo tan remoto que por mi edad no se me permitió entrar al Esmirna Dancing Club, el salón de baile más popular del barrio, de donde una vez vi salir a Antonio Badú con zapatos bicolores. Gracias a ese negocio se conservó en pie gran parte del nacionalizado convento. Sobre el patio, que en mi infancia no adornaban los cipreses de ahora, se daban vuelo los bailarines, sobre una pista de madera, sordina a los taconazos, para no sobresaltar en su sueño eterno a doña Juana de Asbaje, que descansa ahí, más o menos en paz, desde su muerte en 1695.
Los actores cantantes Ileana Ortiz, Iliana Muñoz, Audón Coria y Miguel Angel Hope y un estupendo conjunto musical dirigido por el maestro Luis Lledías, alumnos de arte y cultura en el Claustro, sorprendieron y deleitaron al público con la puesta en escena de La Serva Padrona, de Pergolesi, primera obra barroca interpretada por los estudiantes de producción de espectáculos, quienes mostraron la eficacia de ese centro de teatro, cine y conciertos, tesoro que multiplica las opciones de diversión en un rincón simbólico de México: nación con raíces profundas, capaz de renovarse y fortalecer la herencia de siglos para entregarla enriquecida a nuestros hijos y nietos.
Si aceptamos que el Parnaso era la morada natural de las musas, debemos creer que este lugar, con olor a incienso y copal, es la casa adecuada, como ninguna otra, para que en ella habite la Décima, cuyo nombre honra todos los días la tarea de esta Universidad auténticamente popular.
Buen principio de sexenio en materia de Educación, Cultura y Artes, donde nunca acaba el quehacer de los pueblos.