El detector molecular GT 200 (gasto inútil Vol.1)

Opinión
/ 2 octubre 2015

El catálogo donde nuestras autoridades federales vieron este portento, decía que el GT 200 podía detectar drogas, armas y explosivos en un radio de 5 kilómetros

El detector molecular GT 200 no es un artilugio de la ciencia ficción, como sí lo es el condensador de flujo (que permite el hipotético viaje en el tiempo), o el cerebro positrónico imaginado por Asimov para los robots de su mundo literario.

No, pese a su nombre apantallador, el detector molecular GT 200 pertenece a nuestra realidad y tiempo actual, lo que no significa tampoco que debamos maravillarnos por él.

Uno esperaría que con semejante denominación, el GT 200 fuera un dispositivo de alta tecnología que de alguna forma mejorara significativamente nuestras vidas, pero lo cierto es que el detector molecular (al menos al que nos referimos) no hace absolutamente nada.

Un momento, no se engañe. El que un GT 200 no sirva para maldita la cosa no quiere decir que sea barato. Si usted desea adquirir uno (nomás para presumir con sus cuates) le advierto que el precio por unidad es de unos 30 mil dólares. Eso sí, casi no ocupa espacio, se limpia fácilmente y las exigencias para su mantenimiento y la preservación íntegra de sus funciones son mínimas.

Lo malo es que no deja de ser un cachivache cuyo valor de uso no supera al de lo que acumuló en su vida la más pobre y tilichienta de sus tías. No obstante, el Gobierno Federal gastó, durante la administración de Felipe Calderón, 345 millones de pesos en la adquisición de mil 161 detectores moleculares.

Claro, el catálogo donde nuestras autoridades federales vieron este portento, decía que el GT 200 podía detectar drogas, armas y explosivos en un radio de 5 kilómetros.

Poco peso tuvo en su decisión de compra que semejante descripción de un artefacto no tuviera el más elemental sustento de la lógica (para mí que se anunciaba en la contraportada de alguna vieja historieta, junto a las gafas de rayos x y el método de Tensión Dinámica de Charles Atlas).

Bueno, nada obstó para que nuestro gobierno hiciera el desembolso, ni siquiera las advertencias de las autoridades británicas de que el fabricante del GT 200 era investigado por fraude. Visto así, el detector molecular no es del todo inútil, pues a más de uno (fabricante y compradores) les atiborró las cuentas bancarias.

Si la historia parara allí, podríamos asumir el asunto con nuestra acostumbrada ironía o añadiéndole otra perla al collar de indignaciones. Por desgracia, en el Ejército se tomaron en serio esta adquisición y la utilizaron para catear, fincar cargos e incluso abatir a tiros a ciudadanos inocentes que fueron incriminados ni más ni menos que por un pinche juguete que además de todo nos salió carísimo.

Quisiera realmente enunciar la moraleja subyacente en todo esto, pero alguien lo bastante ingenuo o corrupto como para participar en un embuste tan burdo, está más allá de la redención didáctica que nos ofrece una conseja.

Quizás la Torre del Bicentenario sea el monumento al despilfarro, la corrupción y la impunidad que nos legó el sexenio pasado, pero el de los detectores moleculares es un caso mil veces más trágico, ya que fue elemento protagónico de incontables arbitrariedades, abusos y violaciones a los derechos humanos.

Por si fuera poco, este escándalo nos evidenció, desde su destape y no sin una buena dosis de ridículo, como crédulos hasta la estupidez, corruptos hasta la ignominia y en absoluto confiables en el combate al delito.

¡Pero ánimo que sólo nos costó 345 millones de pesos!

Bueno, ¿y por qué el autor retoma un asunto que, si bien no ha sido zanjado satisfactoriamente, tampoco puede presumir que rebose frescura, vigencia o actualidad?

Sucede que hablando de gastos inútiles y estando a unos metafóricos segundos de que arranquen las campañas para renovar alcaldías en Coahuila, este comentario serviría como pie introductorio.

Pero por razones de tiempo y espacio (dicho sea en un sentido editorial y no de física teórica), queda como primera entrega.

Nuestros charros comicios serán tema obligado para la próxima semana, pero entre tanto, si usted recuerda algún otro gasto tan inútil y emblemático como el detector molecular GT 200, compártalo con nosotros por los canales de comunicación habituales.

petatiux@hotmail.com

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