De las nubes negras cae agua limpia

Opinión
/ 2 octubre 2015

Altos niveles de estrés suelen afectar el rendimiento deportivo. De ahí la importancia de detectar sus causas y evitar que se agraven.

Cuando un atleta profesional fracasa reiteradamente y ello le provoca angustia extrema, el resultado puede ser un colapso emocional.

El estrés es un conjunto de respuestas fisiológicas del organismo ante situaciones de gran expectativa, presión o amenaza.

En tanto recurso natural adaptativo, si es moderado, suele ser benéfico, puesto que predispone para la acción o la defensa, pero si llega a grados extremos, puede ser perjudicial.

Esto ocurre cuando una persona sufre estados emocionales de gran tensión, debido a problemas en el ámbito laboral, personal o deportivo.

Como reacción fisiológica, puede afectar el sistema inmunológico y causar graves enfermedades.

Sólo reconociendo sus síntomas y efectos se puede controlar. Un proverbio oriental dice: "cuando yo estoy bien, todo está bien; cuando estoy mal, todo está mal".

En el futbol, el estrés suele aparecer ante lo urgente o perentorio de una victoria, fuertes presiones del público o fracasos continuos.

Según el científico español José Antonio Marina, "cuanto más altas son las expectativas, más posibilidades hay de fracasar".

En el libro Ganar con la cabeza, de Rafi Srebro y Joaquín Dosil, se lee: "Durante el partido normalmente sientes más estrés y no menos. Un nivel de estrés demasiado alto al principio del partido, o en cualquier otro momento, dañará tu concentración, impedirá que logres rendir al máximo de tu capacidad y provocará que cometas errores".

Pero también recomienda: "¡No permitas que la presión baje demasiado! Sé consciente de tu nivel de estrés y mantenlo a lo largo del partido en los niveles que mejor se adapten a tu capacidad máxima".

El afán de superación, lo acuciante de la vida moderna o la obsesión por abrir las puertas de la fama, causan altos niveles de estrés.

Javier Vargas

Bizarro ajedrez

Altos niveles de estrés suelen afectar el rendimiento deportivo. De ahí la importancia de detectar sus causas y evitar que se agraven.

Cuando un atleta profesional fracasa reiteradamente y ello le provoca angustia extrema, el resultado puede ser un colapso emocional.

El estrés es un conjunto de respuestas fisiológicas del organismo ante situaciones de gran expectativa, presión o amenaza.

En tanto recurso natural adaptativo, si es moderado, suele ser benéfico, puesto que predispone para la acción o la defensa, pero si llega a grados extremos, puede ser perjudicial.

Esto ocurre cuando una persona sufre estados emocionales de gran tensión, debido a problemas en el ámbito laboral, personal o deportivo.

Como reacción fisiológica, puede afectar el sistema inmunológico y causar graves enfermedades.

Sólo reconociendo sus síntomas y efectos se puede controlar. Un proverbio oriental dice: "cuando yo estoy bien, todo está bien; cuando estoy mal, todo está mal".

En el futbol, el estrés suele aparecer ante lo urgente o perentorio de una victoria, fuertes presiones del público o fracasos continuos.

Según el científico español José Antonio Marina, "cuanto más altas son las expectativas, más posibilidades hay de fracasar".

En el libro Ganar con la cabeza, de Rafi Srebro y Joaquín Dosil, se lee: "Durante el partido normalmente sientes más estrés y no menos. Un nivel de estrés demasiado alto al principio del partido, o en cualquier otro momento, dañará tu concentración, impedirá que logres rendir al máximo de tu capacidad y provocará que cometas errores".

Pero también recomienda: "¡No permitas que la presión baje demasiado! Sé consciente de tu nivel de estrés y mantenlo a lo largo del partido en los niveles que mejor se adapten a tu capacidad máxima".

El afán de superación, lo acuciante de la vida moderna o la obsesión por abrir las puertas de la fama, causan altos niveles de estrés.



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