Estamos locos... ¿O qué?

Opinión
/ 2 octubre 2015

No están enfermos de diabetes, cáncer o hipertensión. Su enfermedad no está en el cuerpo; están heridos del alma, lastimados de su espíritu. Son "Los renglones torcidos de Dios" a que hacía mención en su novela el escritor español Torcuato Luca de Tena, hombres y mujeres olvidados por todos, pero estigmatizados por una sociedad que los tilda de "locos". 

Y es que la línea que divide la locura de la cordura es tan imperceptible, que en ocasiones se cruzan sus fronteras sin notarlo, porque ¿Quién se atreve, quién decide la razón? No olvidemos que los humanos estamos gobernados por los deseos y los hábitos, ambos insuficientes para dar respuesta a los dos entes más complejos que existen y nos agobian: la mente y el universo.

Fue el pasado 10 de Octubre, que en el marco del Día Mundial de la Salud Mental pudimos conocer que en un 12 por ciento de la población mundial, alrededor de 400 millones de personas, sufren trastornos mentales y neurológicos u otro tipo de problemas y que las enfermedades mentales más comunes son la esquizofrenia, alzheimer, epilepsia, alcoholismo y depresión. Por su parte, en México las cifras están para volverse locos pues se sabe que en algún momento de su vida, un 25 por ciento de la población sufrirá de algún trastorno mental y que los principales son la depresión, trastorno bipolar; esquizofrenia, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno de angustia y pánico, entre otros que en total afectan a cerca de 18 millones de mexicanos, aunque solo el 5 por ciento sabe que las padece y recibe algún tipo de tratamiento. Pero de estas cifras de personas con trastornos mentales, excluyamos a esos que no paceden ninguno, pues a ellos lo único que les ocurre es que son simplemente idiotas, un mal altamente contagioso y que hoy alcanza proporciones de pandemia.

Se sabe que lo que causa la locura y los trastornos mentales tiene orígenes que van desde lo biológico hasta pasar por procesos humanos: el abuso del alcohol y drogas, baja autoestima, estrés, divorcio, pérdida del empleo e infinitas causas más. Y aunque la ciencia médica muestra avances notables con el desarrollo de poderosos fármacos como son los ansiolíticos y antidepresivos, en los últimos 12 años de acuerdo a las cifras del INEGI casi 50 mil mexicanos murieron a causa de estas enfermedades. 

Pero encontrar ayuda profesional para enfrentar y soportar con dignidad esta condición se torna casi imposible ante la escasez de centros especializados de salud mental y recursos humanos como psiquiatras, enfermeras psiquiátricas y psicólogos. Esto se vuelve alarmante, porque el sistema regular de salud se encuentra claramente rebasado ante la creciente demanda de una sociedad enferma. Pero como algo positivo habría que destacar la declaración del Secretario de Salud en Coahuila, Lauro Cortés quién dijo buscan obtener recursos para los hospitales psiquiátricos del Estado así como la implementación del Modelo Miguel Hidalgo, un cambio de concepto enla atención de los pacientes de estos hospitales.

Estamos locos. ¿O qué?, porque de otra forma sería imposible explicar el alto precio que hemos hecho pagar a quienes sufren y sufrieron alguna enfermedad mental. Y aunque el trato hacia ellos poco a poco ha mejorado, aun en el recuerdo están las épocas en que se les acusaba de estar poseídos por el demonio y para "expulsarlo" aplicaban crueles torturas. Algunos más "tecnificados", empleaban procedimientos como la lobotomía, mientras que otros los encadenaban, escondían o confinaban arrojándolos a la soledad que al final, terminaba volviéndolos locos de verdad. 

Es este el delirante y crudo destino que deben afrontar algunas personas que sufren de trastornos mentales. Usted y yo los vemos, están cercanos a nosotros, algunos más los encontramos frente al espejo; son seres normales que de pronto, sufren episodios devastadores que los desequilibran para después ser arrojados a profundas y oscuras aguas. Pero piénselo bien, porque tal vez y como afirmó el poeta alemán Heinrich Heine, "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca".

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