Golpe al ego y reformas de emergencia

Opinión
/ 2 octubre 2015

Pertenecemos a uno de los grupos lingüísticos con más bajos índices de lectura, y a uno de los países con más bajos estándares de gusto por la lectura

Un golpe al ego de su herencia lingüística y cultural recibe este expositor en la Feria del Libro de Frankfurt, la mayor del mundo, al percatarse de que toda la oferta editorial en español, portugués y otras lenguas romances ocupa sólo la tercera parte del espacio destinado a los libreros de Holanda.

En los Países Bajos todos leen, me explica el experto Ricardo Nudelman. Pero más bien parecería que allí todos escriben, traducen y publican. Porque con sus 17 millones de habitantes, Holanda tiene una oferta editorial varias veces mayor que la nuestra, con seis veces menos población. O con menos de 5% de los 400 millones de hispanoparlantes del planeta, o menos de 3% si sumamos a los más de 200 millones que hablan portugués.

Ya la semana anterior, en la inauguración de la feria Liber de los editores españoles, su presidente Javier Cortés -cabeza de la importante editorial SM, una potencia en libros educativos, infantiles juveniles- nos había deprimido con los datos de la caída en picada de la industria editorial española. Luego abundamos en estas historias deprimentes en un panel que sostuvimos con él y los ministros de cultura de Chile y Colombia, además de un alto exponente de la poderosa Santillana, la empresa librera del Grupo PRISA que desde España despliega, desde hace décadas, todo tipo de artes para obtener los más jugosos contratos de los sistemas educativos del Bravo a la Patagonia.

Pero los altibajos de la industria editorial no han cambiado la realidad: pertenecemos a uno de los grupos lingüísticos con más bajos índices de lectura, y a uno de los países con más bajos estándares de gusto por la lectura. Además, comparativamente, es precaria la producción de conocimiento de nuestros centros de estudio. Hay poca originalidad y la que hay no se presenta con el atractivo suficiente para competir con mayor fuerza en el mercado editorial globalizado.


El peor de los mundos

El discurso -por llamarle de alguna manera- de las movilizaciones recientes de nuestros educadores revela una formación meramente repetitiva de eslogans y no parece pensado para llevar el interés o el placer de leer a los educandos. Los jóvenes llegan así a la universidad predispuestos a no leer más que los fragmentos indispensables de libros para acreditar sus materias, a los que acceden por fotocopias o piratería digital.

Es el peor de los mundos para la industria editorial iberoamericana, en el entorno de los más rezagados sistemas educativos del mundo. Educación y mundo del libro es una pareja inseparable en todos los ámbitos, pero en Iberoamérica es una vieja pareja en una añosa crisis. De ella no parece haber más salida que una serie de cambios radicales en el sistema educativo y en el de la producción de materiales de enseñanza y de formación y difusión cultural. Una vía de solución ha aparecido en el horizonte del mundo digital. Pero esto además exige una transformación de fondo en la gestión estatal de las telecomunicaciones, para evitar concentraciones y asegurar cobertura y tarifas accesibles, conectividad, banda ancha, etcétera.
No a la nostalgia

Chile fue el país invitado la semana pasada, en la feria de los editores españoles. Brasil lo es en la de Frankfurt, inaugurada ayer. Hay gestiones para que México vuelva a ser próximamente el invitado de honor de este encuentro mundial, como ya lo fue hace 20 años. Y en los tres países es inocultable la conflictividad provocada por las dinámicas de cambio y las resistencias al cambio que desbordan las estructuras tradicionales de la gestión educativa.

El cotejo de estas realidades iberoamericanas con el mundo sólo confirma la emergencia de las reformas que a pesar de todo se abren paso en México, por lo pronto en los campos de la educación y de las telecomunicaciones. Como en las otras reformas en curso, no parece haber lugar para la nostalgia. En este caso, de los viejos sistemas educativos y de los mundos tradicionales del libro, a la vista de sus ínfimos rendimientos en índices y gusto por la lectura.


Por José Carreño Carlón

TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM