¿Meta o camino?

Es una travesía larga, muy larga. Para decirlo en medida de longitud para nuestro entendimiento, son mil 800 kilómetros. Se dice rápido. Lo escribí en segundos. Pero el camino es largo, muy largo. Es la distancia que separa a Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, de Saltillo, capital de Coahuila. Esta distancia con variables de más (entrada a ciudades de paso, visitas a centros comerciales, bastimentarse, etcétera) fue la que recorrió mi hermano, el ingeniero José Guerrero Esponda, en su motocicleta Honda 1300, para llegar a mi casa, hospedarse y, platicar, platicar, platicar, platicar

¿Meta o camino? Sólo a José Guerrero se le ocurre venir desde Chiapas en motocicleta, cumplir con diversos compromisos con sus amigos de generación egresados de la Universidad Autónoma Antonio Narro (Generación 78. Es decir, cumplieron cuatro lustros de haberse graduado), abrazar a su hermano saltillense, comer, y platicar, platicar, platicar y luego, montarse en su dragón motorizado y de nuevo, agarrar polvo y asfalto y recorrer mil 800 kilómetros de regreso. Todo, en cuestión de 12-14 días. Su alto cargo en el organigrama de la Universidad Autónoma de Chiapas no le permitió más tiempo de descanso. En trayectos y tramos de la carretera, dependiendo del estado de la misma, me dice, mientras esboza una amplia y franca sonrisa, el velocímetro de su Honda 1300 alcanzaba la friolera de 250 kilómetros por hora. Le creo.    

¿Meta o camino? Tengo días platicando lo mismo con Samuel Rodríguez Martínez, Miguel Ángel Wheelock, Juan Ramón Cárdenas, Armando Fuentes Aguirre, sobre un punto de mi existencia que me trae jodido a mis 50 años (bueno, son 49. Luego doña Flor Magallanes de Reyes me regaña): ¿busco una meta o es el placer del camino en mi caso? No sé en usted lector, pero siempre me he defendido de buscar y encontrar una buena mujer para así fundar mi casita, comprar mi cochecito, tener mis hijitos (todo en diminutivo), pagar una eterna deuda al Infonavit y así llegar a ser un hombre de bien y alcanzar una meta en mi vida.

Bah, paparruchas Pero ¿Y si en el fondo me estoy perdiendo de algo fundamental en mi existencia? Ya ve, no es tan sencillo. ¿Meta o camino? Fueron cinco días de metafísica, de esgrima verbal con mi hermano José Guerrero y éste, certero, siempre contestaba y llegaba a un punto: los motociclistas buscamos el camino Jesús, es una filosofía y final en sí mismo. Le vuelvo a creer.

Esquina-bajan

El maestro Guerrero Esponda aunque es ingeniero agrónomo por título, abrazó a los medios de comunicación por amor y vocación. Aquí trabajó en Saltillo como analista en el IFE. Ya luego, ha estado como Coordinador de Comunicación Social y Giras con el que fue Alcalde de Tuxtla Gutiérrez, don Jaime Valls. Hoy atiende los mismos y delicados rubros en la Universidad Autónoma de Chipas, donde este joven y talentoso académico y político es Rector actualmente.

Quien atestiguó un día completo de charla y gastronomía, fue la guapa editora Graciela Rodríguez, quien tenía muchas ganas de conocer a mi hermano de armas. Fueron memorables 8-9 horas de compartir la comida, el vino tinto y generosas botellas de cerveza fría. No llegamos a ningún acuerdo trascendental y tampoco cambiamos la rotación del eje terrícola, salvo la próxima visita de la editora a tierras chiapanecas.

Tumbado en su dragón de hierro y caucho, Guerrero Esponda me dice aquello de la Biblia, lo de Juan 14: 6, Yo soy el camino, y la verdad y la vida No meta, sino ruta, camino. Tengo años resistiéndome a ello. Aún guardo inocentes y tibias esperanzas de anclarme algún tiempo en un sitio, echar huesos viejos, tener de planta a una buena mujer y luego andar en las carreteras juntos. Codo con codo. No a todas les late lo anterior.

Letras minúsculas

¿Meta o camino? José Guerrero ríe, se sube a su jamelgo mecanizado y su figura a 180 kilómetros por hora es un soplo, un hálito, nada