Una purga nacional

Opinión
/ 2 octubre 2015

Hace unos días recibí un correo enviado por uno de mis dos lectores que me llamó poderosamente la atención. Se trataba de un recuento muy bien articulado de recomendaciones aplicables en economías emergentes. Según el texto se deben instrumentar sin demora una serie de cambios radicales para poder lograr el explosivo crecimiento alcanzado por los chinos en los últimos años. Si ellos lograron rescatar de la miseria a más de 300 millones de sus compatriotas en los últimos 20 años es porque ejecutaron si miramientos la siguiente agenda política ciertamente inflexible y de instrumentación inmediata.

Uno: Un gobierno tiene que dejar de lado la hipocresía. Un criminal no puede ser tratado como una celebridad. Ninguna sociedad honesta y trabajadora merece vivir con tanto miedo. La eliminación de los criminales más peligrosos infundirá temor en el resto de los delincuentes para dejar de seguir practicando sus fechorías. Lo anterior propiciará una reducción drástica del gasto público en materia de seguridad que en el largo plazo también se reflejará en la cultura y el comportamiento de las personas.

Dos: dichos países padecen las más altas tasas de corrupción porque no castigan a los políticos corruptos que lucran con los ahorros públicos ni se toman medidas para frenarla, es decir, no hay razones para no robar... En China la corrupción probada es castigada con la pena de muerte y, por supuesto, con el retorno a las arcas públicas de los valores robados.

Tres: Un país deseoso de crecer debe producir los mejores profesionales del mundo y esto sólo es posible si el gobierno invierte por lo menos cinco veces más de lo que se hace ahora en educación. La ausencia de capacitación conduce a la pérdida de competitividad con su catastrófica estela de perjuicios económicos y a la importación de mano de obra calificada.

Cuatro: el Estado debe ser un aliado y no un enemigo de los negocios, después de todo, es del éxito de estas empresas que el país obtiene su sustento para crecer y garantizar la calidad de vida a sus ciudadanos. La carga fiscal de dichos países es exagerada, confiscatoria, injusta y desordenada, un conjunto perverso de gravámenes que impide a nuestras empresas competir internacionalmente con el consecuente daño al mercado interno.

Cinco: Estos países tienen la política más cara del mundo. Las leyes deben establecer un tope salarial compatible con los otros funcionarios públicos y a partir de ahí, regirse por los aumentos en el salario mínimo del país sin mega salarios que no corresponden con la productividad para que el pueblo no se sienta robado.

Seis: Dichos países se encuentran paralizados por la burocracia. China ya supera a EU en la exportación de bienes manufacturados entre otras razones porque ha derribado barreras y requisitos innecesarios que impiden y encarecen las negociaciones. La burocracia entorpece el crecimiento acelerado.

Siete: Nuestros países registran insuficientes inversiones en infraestructura, educación y cultura, lo que dificulta su expansión.

Ocho: Los pueblos de los países emergentes no creen en sus gobiernos, ni en su política, no respetan las instituciones, no creen en sus leyes, ni en su propia cultura, viven acostumbrados al desorden gubernamental y subsisten acostumbrados a la corrupción, a la violencia y al deterioro de los servicios públicos. Es inaplazable invertir en la formación cultural del pueblo, que debe amar y honrar a su país.

Nueve: Se debe invertir intensamente en ciencia y en tecnología para contar con profesionales capaces de competir con los países desarrollados.

Diez: Dichos países son unos de los pocos que todavía tratan a los adolescentes de 15 a 18 años, como niños, que no se hacen responsables de sus actos y les prohíben ofrecer su mano de obra. Ellos deben responder por sus crímenes normalmente como cualquier adulto mayor de 18 años. En nuestros países reina la impunidad en la política y la gente no tiene ni voz ni voto. Se trata de pueblos complacientes que sólo miran cómo los corruptos, delincuentes de cuello blanco hurtan impunemente el dinero de su propio bolsillo.

PD: si tuviera que es escoger entre las recomendaciones sin duda acataría la relativa a castigar con la pena de muerte a los políticos corruptos Esa purga es inaplazable en el caso de México

@fmartinmoreno


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