Mirador

Opinión
/ 2 octubre 2015

Desde la más temprana edad se advierten las diferencias que hay entre los sexos.

El abuelo le preguntó a su pequeño nieto:

-Imagina que estás solo en tu cama. De pronto una ráfaga de aire abre la ventana, y entre las cortinas aparece Drácula. ¿Qué harías?

El niño, asustado, enumeró todas las defensas que hay para salvarse del ataque del vampiro: esgrimiría ante él un crucifijo; le mostraría una ristra de ajos; le clavaría una estaca en el corazón

En seguida, aparte, el abuelo le hizo la misma pregunta a su nieta más pequeña:

-Imagina que estás sola en tu cama. De pronto una ráfaga de aire abre la ventana, y entre las cortinas aparece Drácula. ¿Qué harías?

La niña, sin dejar de hacer lo que estaba haciendo, respondió:

-Dejaría de imaginar.    

Lo dicho: desde la más temprana edad se advierten las diferencias que hay entre los sexos. Benditas diferencias.

¡Hasta mañana!...


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