Energizada crítica
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Javier Livas
Celebraciones triunfalistas. La energética, la madre de todas las reformas. Salinas minimizado frente a Peña Nieto. Hasta lo daban por muerto. Se pierde la perspectiva. Faltan los amarres.
Pemex abandonada a su suerte. El petróleo es ahora, al menos en parte, de quien se lo encuentre y lo pueda sacar.
Para compensarla, Pemex parte y reparte y se queda con la mejor parte. Los demás socios que se hagan garras entre ellos.
Me resisto a unirme a los halagos. Quiero escudriñar algunas ideas que brotan.
Pemex ya estaba privatizada por tres actores principales: por el monopolio sindical; por la apropiación que hizo el PRI de sus recursos para meterlos al gasto corriente del gobierno; y por las empresas mexicanas y extranjeras contratadas para realizar el trabajo por el cual el sindicato cobraba por no estorbar.
La reforma llega cuando menos unos 25 o 30 años tarde. Este hecho es de fundamental importancia porque tiene muchísimas implicaciones.
La ahora empresa productiva Pemex se rezagó en su avance tecnológico. El retraso en innovación pone a Pemex en desventaja frente a sus nuevos competidores. Treinta años de atraso en materia de métodos de administración la convierten en una empresa discapacitada. Difícilmente podrá levantar vuelo.
En cultura laboral, Pemex carga con un atraso de mínimo unos 50 años. Eso no se cambiará de la noche a la mañana porque se abre a la competencia.
Creo que el PRI se posiciona para lanzar una nueva manera de explotar el petróleo mexicano para su beneficio. El sistema de compuertas que ha diseñado en la nueva Ley sobre las cuales el Gobierno priísta tiene la última palabra.
Y es que las cadenas de servicios necesarios para extraer petróleo es tan grande, que las oportunidades de instalar aduanas, filtros y retenes ha crecido exponencialmente. Yummy, yummy.
Mis dudas sobre la idoneidad de la Reforma Energética, sus efectos y su éxito, empezó con las evidentes fallas en el proceso de discusión de los cambios constitucionales y las leyes mismas. Me recuerda la lección de administración que dice que un camello es un caballo diseñado por un comité. Me pregunto, ¿Que quería Peña Nieto? ¿Y qué querían lograr los diputados y senadores que se oponían y vendieron en millones su voto? ¿Qué es lo que en conjunto todos los participantes realmente produjeron? ¿Caballo o camello? ¿Quizá un rinoceronte enfurecido que nos va a cornar a todos?
Mi hipótesis es ésta. Dado el estilo del PRI, la gran reforma incluyó innumerables retenes, es decir aduanas, exigencias aptas para exigir moches. Algo así como el carril express diciendo velocidad máxima: 30 Kms. por hora. Oportunidad para robar.
El PAN se autoproclama como una especie de autor material. Si fuera un crimen la reforma, Gustavo Madero dice ser quien jaló el gatillo. La verdad es que con el desorden teibolero de sus líderes, es posible ni vieron, ni supieron, ni oyeron nada.
El triste papel de la izquierda en este asunto es no menos contraproducente. Como no saben ni maíz de cómo operar un negocio, se centran buscar que el preciado petróleo no vaya a engordar bolsas privadas. Su solución: crear burocracia.
La experiencia internacional dice que entre más burocracia, más se favorece a los grandes corporativos internacionales que son expertos en engrazar las ruedas. Las PYMES mexicanas totalmente marginadas por la complejidad de las regulaciones. Queriendo dizque hacer un bien, los de izquierda terminan llenando las bolsas de quienes dicen combatir.
Por último, una súplica. Si una reforma de gran calado se tarda 25 o 30 años, creo que no es demasiado pedir que empecemos desde ya, a discutir los cambios que esta súper reforma inevitablemente va a requerir. De otra manera solo empeoraremos nuestra desventaja ante el acelerado desarrollo que caracteriza a este vital sector económico.
javierlivas@prodigy.net.mx