Ya está bien
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Tenemos que darle vuelta a la página. Solo un milagro de los que ya no se usan, hará que aparezcan con vida los muchachos normalistas de Guerrero. Tenemos que ubicarnos en el delicado momento que vive México, el país entero.
Por más manifestaciones, por más energía ciudadana, - muy válida y necesaria- por más bloqueos, no va a ser posible reconvertir los hechos que han conmovido al mundo entero. Pero al mismo tiempo, casi de manera imperceptible para muchos, México creó el mayor número de empleos en años, durante el pasado mes de octubre. Nuestra economía da muestras de recuperación cuando seguimos en la persecución de los desalmados que cegaron la vida de quienes veían en su vocación por el magisterio su oportunidad de transformar la vida propia y la de sus familias.
Al tiempo que el mercado mundial del petróleo se reacomoda, después de años de bonanza, nosotros seguimos esperando con ansiedad todos los días esperando una nueva conferencia de prensa del Procurador General de la República.
En lo que nos enteramos que los peritos argentinos niegan que los restos encontrados hasta ahora sean de los 43 desaparecidos, el Presidente de la República, en un momento inesperado de fuego cruzado desde toda la geometría y geografía política logra firmar acuerdos históricos con China en búsqueda de consolidar la estrategia internacional que ha caracterizado su gestión: disminuir la dependencia económica y comercial de México con respecto a Estados Unidos.
Ahora vendrán momentos todavía más difíciles para la administración Peñista. Habrá que terminar con la pasividad ante la violencia de las protestas y encaminarnos a reponer el maltrecho estado derecho.
Va haber necesidad de apretar las tuercas a los maestros provocadores de todas las corrientes, y todos los grupos que han aprovechado el río revuelto para ventilar sus inconformidades. Se va a poner a prueba, ya lo habíamos señalado, la capacidad de operación de las instituciones del estado mexicano.
Estamos en los tiempos en que entran en vigor las reformas que nos dieron tanto optimismo y buena imagen. No es momento para seguir exportando imágenes de autos y oficinas ardiendo. Ya no es aceptable seguir enviando al mundo más persecuciones y golpizas a policías que aquí, y en China, representan el orden.
Es hora de que empiecen a mostrar su verdadera intención los sectores más radicales del espectro político nacional. Una cosa es la polarización de sus posturas, y otra la ilegalidad y el atentado contra la estabilidad del país.
Es la hora de pronunciamientos claro y contundentes de parte de todos los sectores del país, en apoyo de las instituciones y quienes las representan. No importa que en menos de siete meses tengamos elecciones federales, y renovación de varias gubernaturas.
Para bien o para mal, este país ha contado con la figura presidencial como punto de equilibrio, en ocasiones salvando circunstancias terribles, pero facilitando la salida de crisis muy importantes. Aun los anti Zedillistas a ultranza ( yo mismo ) hemos reconocido como supo superar la debacle económica más grave de nuestra historia reciente. En aquel momento, hubo un común denominador en los actores y sectores que mueven e integran el tejido socioeconómico del país: había que salvar a México.
Pues sin exagerar mucho en esas andamos ahorita: tratar de contener la ola de desmanes destructivos de la paz social para poder dedicarnos a enfrentar los retos y oportunidades que implican la vigencia de una cauda de reformas que nos pueden ayudar los cientos de miles, los millones de empleos que requerimos para nuestros jóvenes con urgencia en la próxima década, y en los tiempos subsecuentes.
Pongamos a trabajar toda la capacidad productiva del país. Toda la fuerza laboral disponible. Volvamos la vista al mundo, que en todas sus regiones se empeña en generar crecimiento económico y empleo. Nosotros lo estamos consiguiendo, y no será fácil mantenerlo y ampliarlo; consolidarlo.