Retomando la transparencia
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Si hay un tema en el que los ciudadanos hemos recibido gato por liebre es en materia de transparencia. Si tanto gobierno como gobernados partimos de premisas falsas, resulta inevitable que esto siga siendo así. Como es una parte fundamental del mandato del millón de votos que quiere transformar Nuevo León, habrá que ser más directos y precisos.
La transparencia con frecuencia se confunde con el derecho del acceso a documentos oficiales. Esta es la falla que encontramos en nuestra legislación. De allí en delante todo lo que se elabore al respecto ya lleva un pecado original y permite a las autoridades fingir que cumplen con la ley.
La transparencia es el continente y la entrega de documentos es solo una parte del contenido. Actualmente los gobernantes se desentienden de la transparencia y hace como que cumplen con dar acceso a documentos públicos.
Donde más hemos avanzado es en la publicación de documentos obligadamente públicos. Por ejemplo, los organigramas de las dependencias del gobierno pueden ser consultadas con mucha facilidad. Ahí podemos ver quién manda y quien supuestamente obedece.
En el terreno que estamos más deficitarios es en lo que concierne a transparencia en el sentido amplio de la palabra. Transparencia en el gobierno significa varias cosas al mismo tiempo. Para empezar significa no solo el acceso a un documento, como puede ser una acta de cabildo, sino acceso a la sesión de cabildo donde se tomaron ciertos acuerdos.
Transparencia significa también tener acceso a toda el acta completa, no solo una certificación conteniendo una parte de los acuerdos tomados.
Hay otra aspecto aún más importante aún. Transparencia significa que los documentos producidos por la autoridad son fáciles de entender por una persona con buena preparación que no tenga que ser un experto en la materia. Por ejemplo, el catálogo de cuentas del presupuesto federal puede ser que sea público y publicado, pero eso no lo hace transparente. Ni los propios diputados pueden explicar cómo funciona.
La transparencia es también una actitud del gobernante. Requiere que el gobernante le tenga fé a la transparencia, que crea en ella y que la respete con los ojos cerrados, como un valor que se ha puesto de moda con la modernidad.
Antes de la que la transparencia fuera una garantía constitucional, los ciudadanos teníamos, y seguimos teniendo, el derecho de petición. En teoría hasta el día de hoy podemos pedir a la autoridad que nos expliquen cualquier cosa sobre el gobierno, que nos indaguen cualquier dato. Creo que a muy pocos se les ocurriría tratar de obtener respuestas a través de esta vía. Dejemos esto en paz, solo para los abogados en ciertos caso específicos.
La transparencia y el derecho a la información versan sobre la capacidad de requerir nos entreguen copia de cualquier documento en poder de las autoridades siempre y cuando no sean de los reservados. Desgraciadamente las autoridades cada vez tratan de reservar más y más documentos, es decir impedir que lleguen a circular.
Lo más sencillo para cumplir con la transparencia es que las dependencias preparen una lista de los documentos en su poder, para que cualquier persona, hasta un extranjero, puedan solicitar copia pagando el costo de las mismas. Esto puede ser extremadamente sencillo, pero no se hace porque insisto, no existe la vocación por la transparencia. Los gobernantes actuales se sienten dueños de la información que genera su gobierno.
La creación de oficinas especializadas en proveer transparencia se han convertido en un obstáculo a lo que transparentar significa. Cuando nos piden papeles y papeles para obtener un documento vamos por el camino equivocado.
Esperememos que podamos retomar la transparencia sin estorbos y sin que esto implique una carga para el Estado. La verdadera transparencia no tiene por qué ser costosa ni complicada.
javierlivas@prodigy.net.mx