Evolución antinatural
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Juan Enriquez Cabot, es uno de los más famosos y prestigiados científicos del mundo. Le sabe a la biología, la tecnología, la política y el gobierno, entre otras cosas. Su libro reciente nos advierte de una posible transformación del ser humano en otra especie diferente, no necesariamente viable. (Evolving Ourselves, 2015.)
Esta acelerada evolución artificial se está produciendo en forma accidental, impensada e irresponsablemente; solo la enfrentan los dedos cruzados de algunas de las mentes más brillantes del planeta. Estamos cavando una gigantesca trampa de la cual quizá no saldremos nunca.
Si la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin causó tremendo trauma en su momento, dado su confrontación directa con lo escrito en la Biblia, no presentó un riesgo directo a nuestro bienestar. Hoy la selección natural se ve insignificante frente a las transformaciones irreversibles que estamos generando con la evolución artificial y antinatural desde nuestros alimentos alterados y el abuso de antibióticos y otros medicamentos hasta los hábitos malsanos.
La sacudida que produce el libro de Enriquez Cabot, coautoreado con Steve Gullans, se deriva del descubrimiento de la vulnerabilidad del ADN, nuestro código genético. Se creía que el ADN sufría mutaciones ligeras que son tolerables. Se creía que si bien nuestro código genético individual nos haces propicios a ciertas enfermedades, el mapeo del genoma humano permitiría irlas eliminando y nuestros hijos y nietos serán cada vez más sanos.
Seguimos creyendo, porque la verdad es más cómodo creer que saber. Y los que saben están diciendo otra cosa muy distinta.
Además de las mutaciones aleatorias de nuestros genes, han descubierto tres factores que inciden en el cambio genético y que operan a una velocidad mucho mayor que los cambios genéticos conocidos comunmente. Estos factores son el entorno epigenético, el ambiente microbiótico y el virunoma.
Aunque haya quien me vaya a querer dar pamba, tengo qué decirlo. Los comportamientos de una generación alteran la genética de los descendientes. Es decir, factores como el estrés modifican los genes. Los estilos de vida alteran los genes: el alcoholismo y el consumo de drogas alteran la herencia genética de los hijos y los nietos de formas aún misteriosas y desconocidas.
El factor epigenético es el entorno netamente humano. El crecimiento desmedido de los casos de autismo en años recientes pudiera estar relacionado con factores ambientales generados por productos químicos o nuevas costumbres que producen ambientes tan estériles que debilitan la formación de sistemas inmunológicos. Los gays de hoy pueden ser los hijos o nietos de personas traumadas por estrés intenso, razón de más para poner en duda la reciente decisión de la Corte sobre conceder adopciones a parejas del mismo sexo.
Un factor microbiótico es, por ejemplo, el desquiciamiento de la fauna y flora intestinal. Acarreamos diez veces más organismos de este tipo que células en el cuerpo. Y lo que hacen o dejan de hacer se traduce en alteraciones en el código genético de sus huéspedes. Aquí hay una posible explicación para la epidemia de obesidad.
El virunoma (traducción literal) es el complejo de viruses (millones de millones) que viven en estado latente dentro de nuestro cuerpo, listos para activarse en forma oportunista. Resulta que los viruses han servido como aceleradores del cambio genético. Ello explica porqué cuando estornudamos propagamos los virus a 15 o 20 metros de distancia. Los virus moldearon nuestro cuerpo para producir estornudos y contagiar a otros humanos. Otros han sido nuestros aliados.
Resulta imposible sintetizar todo lo dicho en el libro de Enriquez y Gullans. Solo cabe advertir que estamos estrenando una nueva era. Sus conclusiones son de la mayor importancia, sobrada para provocar discusiones y generar reflexiones.
javierlivas@prodigy.net.mx