Asterisco rojo

Opinión
/ 30 marzo 2016
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Estado de Nuevo León* se escribe con un asterisco que aclara: casi quebrado. Puede refinanciar pasivos y aumentar su productividad pero la solución de fondo queda en mero potencial no realizado aún.

¿Qué hay detrás del asterisco? La letra chiquita podría decir desmadre financiero para utilizar el florido broncolenguaje que parece que la gente de Nuevo León necesita para poner atención.

Emulando al ex-vocero de Fox: Nuevo León es un campo minado de deudas bancarias, cuentas por pagar sorpresivas y pasivos contingentes como el del ISSSTELEON. A cortísimo plazo compromisos adquiridos con KIA y sus empresas proveedoras. Un paso equivocado y a volar.

El asterisco denota una política de total irresponsabilidad —o por lo menos ocurrencias esotéricas— que hace dudar de la capacidad y honestidad de gobernantes.

En doce años multiplicaron la deuda al menos por seis.

Don Fernando Turner cuestiona la justificación de los apoyos a empresas extranjeras en detrimento de empresas locales.¿Existen números que justifiquen la rentabilidad de esas inversiones? ¿O es meramente una política basada en corazonadas? ¿Excusas de los Medina para hacer negocios?

El asterisco me recuerda mi visita al Instituto Santa Fe en 1994, un par de días antes de la mega-devaluación con Zedillo. Allí el científico Chris Langton, gurú de los sistemas complejos adaptativos (CAS) y vida artificial, me dibujó de izquierda a derecha en un pizarrón una línea negra ligeramente ascendente. Luego cambió de marcador y le pegó un gran Asterisco Rojo a medio pizarrón. El Asterisco Rojo era el símbolo usado para denotar la crisis que implica caos interno en la organización.

Esta es la suerte de todas las organizaciones humanas me dijo. De aquí (del asterisco en delante) la organización puede tomar la ruta ascendente (verde) hacia otra etapa de desarrollo y bienestar; o puede ir en declive severo hacia más caos hasta su auto-destrucción. Millones de simulaciones con computadoras ultrarápidas y experimientos con algorítmos genéticos soportan este conocimiento.

Nuevo León* está en el punto del asterisco rojo dibujado por el experto mundial en organizaciones vivientes. Por ello, la crisis me obliga a abogar públicamente por una reestructuración a fondo y a abordar la preocupación que circula en los medios y por las redes sobre las declaraciones, en ocasiones confusas, del gobernador electo Jaime Rodríguez.

Si tomamos en cuenta la apertura con la que se ha llevado a cabo la transición, con transmisiones en vivo y sin ocultar nada, estamos frente a un precedente nunca visto muy positivo. De seguir así en el trabajo de Gobierno, El Bronco va a inaugurar una época de transparencia nunca antes vista.

Otro indicador muy satisfactorio es la noticia de que desde ayer viernes un grupo de funcionarios de la transición y el propio Jaime Rodríguez están en una encerrona que durará hasta el lunes por la tarde. Se trata, imagino, de un ejercicio de inteligencia colectiva que también marcaría un precedente muy modernizador para la nueva administración.

Que si El Bronco dijo o no dijo, que si le puso un merecido correctivo al mesiánico de López Obrador, dueño absoluto de un partido con 130 millones en caja, no le veo la menor importancia. El propósito del sistema Bronco es lo que el sistema hace, como diría mi maestro en Management Cybernetics Stafford Beer; no lo que El Bronco Rodríguez dice para deleite o desconcierto de los medios y las redes sociales.

Debo subrayar que ni siquiera lo que Jaime Rodríguez realmente desea es lo importante. Sus deseos pasan necesariamente por un colador. Ese filtro insalvable será la nueva estructura real y actuante del Gobierno del Estado de Nuevo León*.

Cualquiera que piense que la estructura que llevó al desastre puede parcharse y arreglarse estaría cayendo en el esoterismo intelectual que generó el campo minado. Advierto: allí se aborda el resbaladero hacia la corrupción rampante y el caos explosivo.

javierlivas@prodigy.net.mx



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