Aguas Profundas

Opinión
/ 18 marzo 2022

Ben Affleck regresa este fin de semana con un estreno en Amazon Prime poco más de dos meses después de que lo vimos muy bien dirigido por George Clooney en la misma plataforma de streaming.

Sin embargo, cuando su trabajo histriónico en “The Tender Bar” dio de qué hablar en cuanto a consideración para el Oscar luego de su nominación al Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto del 2021 por aquel filme, el hecho de que su pareja protagónica es la bella pero también talentosa actriz cubana Ana de Armas (“Entre navajas y secretos”; “No hay tiempo para morir”) precisamente cuando eran pareja en la vida real en el primer año de la pandemia, resulta ser tan nociva para la carrera fílmica de ambos como sucediera hace casi dos décadas también a Affleck al protagonizar, junto a su entonces también pareja en la vida real Jennifer López en el fracaso de triste memoria titulado “Gigli” (Martin Brest, 2003).

La cinta a la que nos referimos se titula “Aguas Profundas” (“Deep Water”), y en ella Affleck interpreta a Vic, un hombre de posición económica holgada quien en apariencia por amor y llevar la fiesta en paz con su bella pero también fogosa esposa Melinda (Ana de Armas) le da pie a que tenga una relación abierta con el hombre que se le antoje hasta que uno de ellos aparece muerto en la alberca de su casa durante una fiesta bohemia con sus amigos. Ese evento es tan solo el detonador de otros que ponen en peligro no solo su relación marital sino a su pequeña hija que parece ser el único vínculo, más allá de su singular forma de amar, que los mantiene juntos.

“Aguas Profundas” resulta ser una total decepción, ya no digamos por la nula química que tienen Affleck y Ana de Armas en pantalla (que no dudamos haya propiciado como en su momento la separación como pareja en la vida real de Affleck con Jennifer López en la cinta antes mencionada), sino por un lado el que esté basada en la novela “Mar de fondo” de una de las mejores escritoras del género como lo fue la texana Patricia Highsmith, de quien en la segunda mitad del siglo XX fueron llevadas con brillantez al cine otras de sus obras por directores de la talla de Alfred Hitchcock (”Pacto siniestro”, de 1951) o “El impostor” (Anthony Minghella, 1999), y ya entrados en este nuevo milenio Todd Haynes la adaptación de su novela “El Precio de la Sal” en ·Carol” (2015).

Pero si a directores nos vamos, quien sale peor parado con esta película es el director británico Adrian Lyne, en cuya filmografía destacan películas controversiales con mejor carga sexual desde “Nueve Semanas y Media” (1986) a “Una Propuesta Indecorosa” (1993), e incluso memorables thrillers como “Atracción Fatal” (que le dio una nominación al Oscar al Mejor Director de 1987) o “Infidelidad” (que por su cuenta le dio una nominación a la estatuilla a Diane Lane como Mejor Actriz del 2002), pero tal parece que la ausencia de un set cinematográfico por un espacio de dos décadas (precisamente desde “Infidelidad”) más que darle nuevos bríos provoca lo regresa tan letárgico como los tonos fríos de la estética que rodea toda esta fallida propuesta.

La verdad es que para haberse esperado tanto para regresar con esto hubiera sido mejor que Lyne se hubiera quedado confinado y dejado como mejor recuerdo su anterior “Infidelidad”.

Comentarios a: galindo.alfredo@gmail.com; Twitter: @AlfredoGalindo

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