Agustín Lara: Pasión y pasiones

Opinión
/ 11 septiembre 2024

Todo lo que en la vida no sea pasión es desperdicio. Lo que uno hace lo debe hacer en modo pasional. Quien no ama con pasión no está a la altura del amor; quien no trabaja apasionadamente erró su vocación, y así hasta agotar todas las pasiones.

Yo admiro a Agustín Lara porque vivió vida apasionada. Era un genio de la canción −eso por sabido se calla−, pero era sobre todo un genio de la vida. Hizo de ella un arte que dominó en modo cabal. Poseía todos los arrebatos y todas las vacilaciones; le pertenecían el valor temerario y la timidez; era soberbio y humilde; conoció el gozo y la melancolía... Puso en el centro de su vida a la mujer. Eso hace un hombre que sabe ser esencialmente hombre.

TE PUEDE INTERESAR: Saltillo: Un torrente de monedas

Hace tiempo hallé en una pulga de Monterrey una colección de diez pequeñas revistas ilustradas, y las compré. Me costó un peso cada revista. Si el vendedor me hubiera pedido 100 pesos por ejemplar, igual las habría comprado. Contienen el relato de la vida de Agustín Lara. Deben ser una reedición, pues el compositor murió en 1970, y el primer ejemplar de la colección está fechado en agosto de 1982. En la contraportada aparece la copia de un texto escrito de mano del músico poeta, seguramente para la edición original. Dice ese texto: “Queridos lectores: En cada uno de estos relatos estoy poniendo la verdad de mi vida; unas veces amarga, otras jovial, divertida, pero siempre justa. ¡Palabra!”. Y firma “A. Lara”.

Tengo razones para pensar que el relato es auténtico. Declara el autor al comenzarlo: “...Yo, Agustín Lara, tengo una deuda con ustedes, el público que cuando nacieron mis canciones, tímidas y esperanzadoras, les brindó su cariño. Mi inspiración, amigos, la convirtieron ustedes en triunfo, mientras que la fama me transformó en leyenda. Pero yo no soy ése que dicen, y al querido pueblo que formó mi nombre con su aplauso le contaré toda mi vida. Como mis melodías, mi narración nacerá tímidamente, pero estoy seguro de que también, como ellas, recibirá su cariño...”.

Se ha discutido siempre si Agustín nació en Tlacotalpan o en el Distrito Federal. Él afirmó siempre que ese bello lugar veracruzano fue su solar nativo. No debemos dudar de su aserción: los hombres como él siempre dicen la verdad aunque estén mintiendo.

TE PUEDE INTERESAR: Tanatorio. Qué feo se oye

Empieza la historia de la vida de Lara: “...Mi padre fue un médico ginecólogo, de esos a los que antiguamente se les llamaba ‘parteros’; hombre de imponente aspecto y gracia varonil. Ejercía su profesión en la ciudad de Veracruz. Mi madre, que de sólo recordarla se me llenan los ojos de lágrimas, tenía un rostro pleno de bondad y ojos infinitamente dulces. Era el prototipo de la mujer mexicana, abnegada y dulce.

“...Cierto día llegó a la casa un mensajero que habló con mi padre: ‘El señor Malpica quiere que vaya usted a Tlacotalpan. Su señora esposa va a dar a luz’. Mi madre también esperaba un hijo: yo. Le dijo mi padre: ‘Tengo que ir a Tlacotalpan, pero me inquieta tu estado’. Mi madre respondió: ‘Te acompañaré. No quiero separarme de ti’. Así, casi por accidente nací en Tlacotalpan, en el año de 1900. Mi vida empezó con el siglo”.

(Seguirá)

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM