AMLO: Neomaximato a la vista

Opinión
/ 24 septiembre 2024

La cuenta regresiva está en marcha. Quedan menos de diez días para que concluya el régimen de terror de Andrés Manuel “El Pejelagarto” López, uno de los gobernantes más crueles, cínicos e indiferentes al dolor de su pueblo del que tengamos memoria.

El más traidor desde Santa Anna (¡López tenía que ser!) es, sin embargo, uno de los más amados de cuantos hayan ocupado la Primera Investidura de la Nación. Eso es imposible de negar, por lo mismo, el análisis y juicio que el pueblo haga a corto y quizás a mediano plazo de este líder será poco riguroso y en absoluto objetivo.

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De igual manera ha costado mucho desmitificar a Teresa de Calcuta, a quien al día de hoy todavía se le percibe y considera como una santa, pese a que era una fanática sin compasión por el sufrimiento de sus semejantes, cuyo dolor glorificaba más que ayudar a aliviarlo. Un poco como Andrés, que considera el sufrimiento y la carencia como virtuosas (claro, siempre y cuando no sean sus hijos quienes pasen las penurias y privaciones). En fin.

Decíamos que está a punto de concluir su mandato, para que ahora sí comience su reinado. Y es que una cosa es el poder que otorga la Presidencia, constitucional, finito, perecedero y otro muy distinto es el poder que otorga ser el líder de un movimiento como el que López encabeza: Gratuito, ilimitado, incuestionable, ad vitam. Trasciende los sexenios y no está sujeto a lo que dictan las leyes de los hombres. Antes, como ya quedó demostrado, dichas leyes se doblegan a su voluntad y se vuelven dúctiles para ajustarse a sus planes y designios. La única ley que quizás de momento no ha podido someter es la de gravedad, pero conociéndolo sabemos que ya tiene algún plan de reforma para ella, que ya le sacarán adelante entre Monreal y Noroña.

Como de momento, eso de eternizarse en el cargo e instalarse a perpetuidad en el Palacio Nacional todavía se considera de mal gusto (y quizás desanimado por cómo la comunidad internacional trató a Maduro después de la última “elección”), ha decidido seguir los protocolos y separarse el 1 de octubre de su amada investidura (esa misma que no quiso exponer recibiendo a las madres buscadoras, pero no le importó percudirla corriendo a saludar a la madre de “El Chapo”... ¡Perdón!: A la mami del Señor Guzmán).

Así que a partir de la fecha prevista habrá de ejercer el Poder a través de un cómodo avatar, el de la primera Presidente de México.

Si pasada la elección abrigaba yo alguna esperanza de que la doctora fuese ganando cierta autonomía y distanciamiento de aquel que la deja en el cargo, ha sido el propio Andrés Primero quien ha dejado perfectamente claro que es él quien sigue mandando, armándole el gabinete, trazándole la ruta de gobierno y hasta haciéndole repetir su discurso de vacuidad y nadería al mejor estilo de los guiñoles, que sólo mueven la boca mientras el “pupetero” les mete la mano por el cu...

Chistes, comentarios y analogías como el anterior anticipo que serán censurados a lo largo de todo el sexenio por comenzar, argumentando violencia política de género, cosa que ni existe, pero es muy real a la hora de censurar a alguien. Y no se le va a poder hacer el menor señalamiento sin que alguien levante la voz clamando misoginia.

De esta manera, el macuspano no sólo está mimetizado bajo un nuevo rostro, sino bajo otra nueva identidad del sexo apuesto.

Ya con enaguas, como se decía antes, AMLO estrena un nuevo chaleco de inmunidad contra la crítica que deberá abrirse paso ahora entre mil filtros de corrección antes de alcanzarlo. Y no es como que lo necesite, si algo tiene duro a su edad el Grand Tlatoani es el pellejo. La crítica no le afecta realmente, pero por alguna razón no deja de importarle... Contradicciones, cosas de tiranos que usted no entiende.

Tenemos pues un neomaximato en puerta con el que Calles apenas pudo haber soñado, gobernando detrás del trono y controlando a su vez a los otros dos poderes; y además con dos temibles aliados cancerberos: las Fuerzas Armadas y el Crimen Organizado (creo que es momento de que comencemos a escribir con mayúsculas Crimen Organizado, estando ya tan institucionalizado) los cuales son en realidad −me temo− los verdaderos amos de la casa.

Ya sólo la presión internacional podría moderar un poco la ambición desmedida por el poder absoluto de la 4T y de su camarada supremo. Pero los comentarios, pronunciamientos y opiniones sabemos que sólo le representan una molestia menor, como los mosquitos que le pican en sus siestas de hamaca (por alguna razón sospecho que tiene una hamaca colgada en algún patio o salón de Palacio); pero las fugas de capitales y de inversionistas, la depreciación de la bolsa, esas sí llegan a contener un poco, en un momento dado, la megalo-amlo-manía (¡qué bonito neologismo me acabo de inventar!).

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No obstante, una vez que el viejo ponga un pie fuera del Palacio y −caja de huevo San Juan en mano− dirija sus pasos a La Chingada, el Estado mexicano dejará de trabajar oficialmente en cubrir sus espaldas, en maquillar su imagen y en resignificar todos sus dislates para que no suene tan estúpido o tan perverso. Su careta de bonhomía comenzará a marchitarse, pues ya no habrá alguien asignado para darle su diario mantenimiento, como hoy hace cualquier cantidad de funcionarios, plumas a sueldo, intelectuales orgánicos y hasta moneros.

Claro, habrá muchos que lo sigan invocando y ensalzando, sobre todo aquellos que busquen llegar al poder en hombros de aquel mito llamado AMLO.

Pero es muy probable que ahora que esté menos visible (aunque siempre susurrando detrás de La Silla del Águila) tengamos oportunidad de conocer un poco mejor su verdadero rostro.

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