Armando Fuentes Aguirre ‘Catón’: un profeta en su tierra
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En sus artículos no sólo encontramos la oportunidad de reír hasta llorar o de llorar hasta reír, sino también de reflexionar
La mente de Armando Fuentes Aguirre nunca descansa, y por eso él tampoco lo hace. Aunque los años pasan, sigue siendo tan infatigable como cuando era joven. Poco importa que el reloj marque la hora de dormir, pues él continúa frente a su computadora escribiendo lo que habrá de traducirse después en miles de carcajadas, en profundas reflexiones o en el dolor de cabeza de algún político sinvergüenza.
Lo conozco desde hace 49 años. Para ser exacto, desde el 5 de mayo de 1975, es decir, desde el día en que vi la luz primera. Aunque él es mi padre, a veces me da la impresión que no lo he conocido suficientemente bien, pues a cada rato nos sorprende con una nueva cualidad. Hace días, por ejemplo, me dejó completamente boquiabierto después de verlo tocar Las Mañanitas para una de sus nietas en armónica. Me ha sorprendido también por su memoria que nunca lo traiciona. Un día en su casa me pidió que le dijera un número de 1 al 100. Yo le dije el 43 que era el número de años que por entonces tenía. Entonces me dio un cuaderno donde tenía anotados 100 poemas de Ramón López Velarde, y me pidió que buscara el número 43. Inmediatamente comenzó a declamar de memoria mientras yo veía pasmado que no equivocaba una sola palabra.
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En otra ocasión lo vi dirigir a la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León y también a la Filarmónica del Desierto. No es porque sea mi papá, pero después de Arturo Toscanini o de Herbert Von Karajan, dudo mucho que haya habido un director orquestal con más carácter y sentido musical que él.
Hay veces que para conocer una vida excepcional debemos abrir las páginas de un libro biográfico o buscar en la enciclopedia a personajes como Pablo Picasso o Mohandas Gandhi. Yo soy afortunado, pues en mi propia casa encontré la oportunidad de conocer a alguien completamente fuera de serie: mi papá.
En él, mis hermanos y yo hemos encontrado el ejemplo que nos permite cada día aspirar a ser mejores. Trabajador infatigable, soñador convulsivo y generoso dador de amor, mi padre me ha enseñado que el esfuerzo constante y el cariño por la profesión, son la receta perfecta para alcanzar el éxito.
Él ama a su familia. Mis hermanos y yo crecimos en un hogar donde abundó el amor y el buen ejemplo. Mi madre, María de la Luz, fue y sigue siendo para él y para nosotros una guía que nos ilumina cada día con su sencillez y con su sabiduría. Ahora mi papá presume mucho a sus nietos y en cada oportunidad se refiere a ellos como el regalo más grande que pudo haberle hecho Dios. Sin embargo, no sabe que para sus nietos la bendición más grande es tener un abuelo como él.
La semana pasada estuvo repleta de momentos que jamás habrán de borrarse de su corazón y del nuestro. Por principio de cuentas, y por iniciativa del alcalde José María Fraustro Siller, fue develado un busto con su imagen en los jardines de una institución por la que tanto trabajó mi papá y de la que tanto recibió: el Ateneo Fuente.
Por otro lado, un grupo de jóvenes entregaron la presea Selider a Catón por su responsabilidad cívica al escribir 4 columnas diarias que se publican en más de un centenar de periódicos a nivel nacional; por la difusión cultural a través de Radio Concierto, la única estación cultural sostenida por un particular, además por establecer en el Potrero de Ábrego un comedor en donde diariamente decenas de niñas y niños desayunan y comen, lo que ha permitido que incrementen su aprovechamiento en la escuela.
Doy gracias a Catón por compartirnos cada mañana un motivo para comenzar el día de una manera agradable. En sus artículos no sólo encontramos la oportunidad de reír hasta llorar o de llorar hasta reír, sino también de reflexionar con sus comentarios políticos o con las historias de su Mirador.
Doy gracias a Armando Fuentes Aguirre porque su gran amor por Saltillo lo ha llevado a concebir ideas tan brillantes como la de regalarle a la ciudad, entre otras cosas, una estación de radio. Este amor lo ha llevado siempre muy hondo, y no existe rincón del país en el que no haya hablado de nuestra tierra comparándola en su belleza con el Paraíso.
Pero sobre todo, doy gracias a mi papá porque en él he encontrado siempre el ejemplo a seguir, el consejo certero, el abrazo cariñoso, el amigo más grande. No sé si él lo sepa, pero gracias a él aprendí que compartir es mejor que recibir.
Generoso siempre, no ha escatimado en ningún momento su amor a nada ni a nadie. Por eso doy gracias a Catón, a Armando Fuentes Aguirre, a mi padre. Pero sobre todo, doy gracias a Dios por permitirme cada día disfrutar a alguien que no hace otra cosa más que disfrutar su vida.
aquientrenosvanguardia@gmail.com