Les explicó que cada día es un prodigio que se nos concede, a veces sin merecerlo, y que debemos agradecer al empezarlo por la mañana y al terminarlo por la noche.
Refinada señora, vivió en Lagos de Moreno en los tiempos del padre Agustín Rivera, extraño sacerdote, pues siendo cura era partidario de Juárez, y apoyó las Leyes de Reforma dictadas por el gran liberal y que tanto afectaron a la Iglesia.
No hace mucho tiempo la Iglesia prohibía terminantemente la incineración de los cadáveres... Ahora muchas parroquias tienen una de sus principales fuentes de ingresos en la venta de nichos
Terribles eran los pecados de aquel hombre; sus culpas eran más grandes que las mayores que el sacerdote había conocido en toda su vida, larga ya, de confesor.