¡Arriba, México feliz!

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¿Cómo explicar que México haya logrado colarse entre las primeras diez naciones más felices del mundo? ¿Qué metodología habrá sido utilizada para arrojar esos resultados y plasmarlos en el Informe Mundial de la Felicidad 2025 realizado por la Universidad de Oxford, Gallup y ONU? No solo eso: México “escaló 15 posiciones respecto a la medición de 2024, para alcanzar el décimo lugar entre 147 naciones posibles”.
Las preguntas son pertinentes, por las distintas maneras como la violencia ha golpeado, violentado, degollado, amputado y masacrado el cuerpo social. ¿Cómo imaginar que un mexicano plantado sobre una racionalidad básica puede suponer que somos el décimo país más feliz del orbe?
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Del sexenio de Calderón (2007-2012) al de López Obrador (2018-2024), con Peña Nieto (2012-2018) incluido hubo de 450 a 600 mil homicidios dolosos.
Hoy existen 124 mil mexicanos desaparecidos; casi un 50 por ciento de ellos desapareció de 2018 a 2024. En este sexenio, desaparecen 41 mexicanos -hombres y mujeres- cada día. Y de 2008 a 2023, hay un total de 392 mil mexicanos desplazados de sus tierras, de sus comunidades y de sus hogares por la violencia criminal.
De acuerdo con una investigación periodística de El Universal, “de los 2 mil 471 municipios que hay en México, en mil 198, por lo menos, está enlistado el nombre de un cártel, banda criminal o célula delictiva. De tal suerte, “en el 75% del territorio mexicano está registrada la presencia de algún grupo delictivo”. El impacto de su presencia en la gobernabilidad política de los estados y los municipios y en el desarrollo de la economía regional, estatal y municipal de ese territorio está por encima de toda presencia gubernamental, militar, policial o empresarial.
No en balde, “la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) señala que hasta junio de 2024, el 59.4% de la población mayor de edad en México consideró que es inseguro vivir en su ciudad”. De esta manera, casi el 60 por ciento de los mexicanos vive al día, sin saber si él, un familiar o un conocido regresará salvo o con vida a su hogar por la noche.
Desde la perspectiva oficial, hubo un total de 288 mil 464 defunciones acumuladas por la pandemia del COVID-19. De esa manera, México fue el cuarto país del mundo con mayor número de muertes por COVID-19, después de los Estados Unidos, Brasil y la India. Empero, una comisión independiente de investigación sobre la pandemia que integra a la cifra oficial -las muertes en exceso relacionadas con COVID-19- asegura que fueron 808 mil 619 los mexicanos fallecidos por la pandemia (El País: 01-05-2024).
Estas muertes, es justo precisarlo: “pudieron haber sido evitadas con una mayor (y mejor) intervención gubernamental, pero una combinación de desventajas estructurales frente a la crisis sanitaria con graves y repetidas fallas de liderazgo y gestión de la pandemia” no impidieron esos fallecimientos. ¿Cuántos mexicanos no tuvieron un familiar o un conocido por COVID?
A la par de esas dos cicatrices sangrantes y ya purulentas (la violencia y la pandemia) que han llenado de larvas nuestro cuerpo social, desde 2017, México es el país laboralmente más estresado del mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Datos del IMSS indican que, previo a la pandemia, “México ya figuraba como uno de los países con mayor fatiga por estrés laboral; pues, al menos 75% de sus trabajadores padecía esta condición, por encima de los niveles de China (73%) y Estados Unidos (59%)” (IMSS: 30-04-2025).
Por si fuese poco, un estudio del Instituto Mexicano de Finanzas apunta que “en una comparativa internacional entre 35 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México se encuentra en el último lugar de productividad laboral, por acumular un descenso del 6.3% entre 2015 y 2023”. (01-13-2025).
¿Puede el mexicano promedio considerarse feliz cuando sabe que su vida pende de un hilo de manera cotidiana por dos cicatrices purulentas: la violencia y la pandemia? ¿Puede él imaginarse feliz cuando está estresado por su trabajo y tiene una baja productividad laboral cada día de su vida?
Le pregunto a usted, apreciado lector: ¿cree usted que esa felicidad colectiva sea el resultado de la propaganda oficial de la 4T y de la entrega masiva de programas sociales? Dio en el clavo, porque esa gente es la que otorga un 85 por ciento de aprobación a Claudia Sheinbaum y corona a la irracionalidad madre del autoritarismo populista.