Audiencia en 5° B

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Por: Sofía García Hernández
Cada alumno lo sabía. El temperamento del profe no era difícil de descifrar, pero tampoco fácil de dominar. No había alumnos favoritos, pero sí con mejores habilidades de argumentación y eso sí que ayudaba mucho en la clase de Lógica. Hoy no era un día cualquiera, era el último lunes del semestre y era para revisar cuadernos.
Nuestra calificación dependía de cualquier ocasión que sonara el martillo del docente, quien alguna vez soñó con ser juez de tribunal. Un golpe del mazo significaba que habíamos cumplido con los deberes y dos golpes que no. Para nuestra mala fortuna, cada pase de lista o llamado para llevar las tareas lo había hecho en susurros o, como él dice, “en letras chiquitas”, y nos animaba a ser agradecidos por la lección, ya que pronto defenderíamos a un cliente y había que ser observadores. ¡Estábamos en prepa aún! Todos decimos que por ese tipo de deducciones no entró a la facultad de derecho.
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En fin, si no cumplías con la entrega de tareas, ibas a juicio y tenías una última defensa. Este encuentro era de alegatos entre mentor y discípulo, una esgrima verbal de razones, e iba más allá de pretextos como “se la comió el perro”, “la dejé en casa” o “me lo impidió el funeral de mi tía, ésa que sólo vi en la boda de un primo hace diez años”. La paradoja era que había premio para los mentirosos más audaces (incluso, el reconocimiento era más deslumbrante que estar en el cuadro de honor). Algunos preferían no trabajar en todo el semestre y apostar la calificación final a su ingenio en el litigio.
El docente azotaba su mazo de juez y comenzaba la guerra de falacias a muerte súbita. El grupo puso empeño a la discusión y cada estudiante usó sus mejores excusas. El salón entero se fue contra el profe boomer que transformaba su fastidioso trabajo en una corte penal, pero el martillo no dejó de pulsar el escritorio y nuestro ritmo cardiaco.
¿Adivinen quién perdió en el juzgado del aula 5° B? La sentencia fue unánime. Nos vemos en extraordinarios.
SOFÍA JAZMÍN GARCÍA HERNÁNDEZ (Cuatro Ciénegas, 2007). Estudiante de sexto semestre del CBTa No. 22 en la carrera de Técnico en Servicios de hospedaje. Es presidenta de la sociedad de alumnos y fue seleccionada Diputada juvenil por el Distrito 4 en el Congreso estatal con un concurso de oratoria a través de Tiktok. Ha sido primer lugar en el concurso de oratoria de los InterCBTas 2023 y ha publicado en VANGUARDIA “Cosas de terapia”, “Mazorca perfecta” y este relato.