Habito una eterna queja, lloro y crujir de dientes. Casi textual, deben de ser versos de la Biblia. Tal vez ligeramente modificados. El calor me deseca. Me tiene de rodillas e implorando piedad. ¿Por qué entonces no he empacado una muda de ropa como cada año, y no me he ido a lugar fresco y habitable como Zacatecas, Querétaro o de plano, la bella Ciudad de México? Por dos motivos: no tengo peso partido por la mitad. Y segundo, como ejemplo, Zacatecas arde. Y no precisamente de calor infernal, sino la inseguridad y violencia que, con la llegada de Morena (cogobiernan los hermanos David y Ricardo Monreal), se ha posesionado a tal grado de tan bella ciudad y Estado, que si usted va a Zacatecas... es necesario que deje listo su testamento con su notario favorito. Lo más probable es que usted no regrese vivo.
Pero lo principal es lo siguiente: no tengo lana porque preferí regalársela a dos amigas de Monterrey y a sus respectivas familias (hijos), las cuales no era tanto que lo necesitaran, no; ¡les urgía para sobrevivir! Una de ellas, una semana sin luz eléctrica ni agua. Andrés Manuel López Obrador con su lengua de trapo, diario, engatusando a sus claques: no hay apagones y todo está en su sitio y perfecto.
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En la vida real grandes porciones de Monterrey están sin luz y sin agua al día de hoy. De hecho, es tal la emergencia por la infernal ola de calor en Monterrey (42 grados diarios, con sensación térmica de 48 a 50 grados Celsius) que en 14 días de la brutal ola asfixiante hubo 850 muertos debidamente registrados como defunción en el Registro Civil del estado de Nuevo León. Dicho dato inmediatamente fue... desmentido por Samuel García, el gobernador Virtual que se la pasa de viaje por el mundo (miércoles 28 de junio).
Se lo he dicho en este generoso espacio de VANGUARDIA una y otra vez: la llegada de Tesla, la gigaplanta del millonario Elon Musk (autos, los cuales los miserables obreros sólo verán pasar, jamás podrán comprar uno. Entonces llegará la desdicha, la amargura, la ansiedad, la frustración... el suicidio) va a ser el arribo del apocalipsis a tierras norteñas. Sobre todo al corredor de Monterrey-Santa Catarina-Ramos Arizpe-Saltillo y Arteaga.
La proyección de los analistas serios es la siguiente: con la llegada de Tesla a la región habrá un promedio de habitantes (y su fluctuación) en el corredor antes deletreado del orden de los 10 millones de humanos cuando la planta esté funcionando al cien por ciento. ¿Quién los va a dotar de servicios suficientes, quién les va a dar el agua necesaria, quién les va a vender la cerveza requerida cada fin de semana para sus bacanales; quién nos va a cuidar de su violencia extrema, quién les va a dotar de energía eléctrica si con esta emergencia de días quedamos en ceros, en pañales, sin estructura y en la muerte?
Fui con mis dos amigas en dos semanas consecutivas y al ver aquello, pues uno sólo puede hacer una cosa: ayudar. No tenían agua, no tenía luz y sus casas estaban en el orden de los 52 grados ambientales. Sí, un horno, un infierno. Claro, con problemas gastrointestinales todos, dolor de cabeza perpetuo y sin ganas de nada, salvo de morir para descansar. A las dos familias les llevé a Hoteles de medio pelo, pero con clima y agua. Y les dejé una cierta cantidad de dinero (la disponible y a la mano, pues) para las comidas cotidianas. De jodido, un remanso, el agarrar fuerzas para continuar aguantando las pésimas políticas públicas de Luisito Colosio, Samuel García (el virtual) y soportar la lengua de trapo de Andrés Manuel López Obrador.
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ESQUINA-BAJAN
Nota uno: Le platico lo anterior no para que usted lo sepa, lector, y crecer a sus ojos y mirada, no; sino para explicarle un poco al menos de mi eterna queja, lloro y crujir de dientes. Ha llamado la atención de muchos atentos lectores, como usted, que en el anterior texto puse como ejemplo de la alteración del comportamiento y carácter del humano la vida del profeta Jonás. Quien le espeta a Jehová que prefiere morir a seguir viviendo en el calor y la resolana a él impuestas casi como condena. Hay otro personaje igual de atormentado por el inclemente sol y calor como Jonás, es Job.
Nota dos: ¿Los suicidios se están incrementando por la brutal ola de calor? Sin duda. De eso internacionalmente no hay duda. Sólo aquí nadie lo toma en cuenta por la ignorancia que nos asiste. Habitamos la estupidez e ignorancia. De estupidez también pueden morir los pueblos. Mi admirado y amado Francis Scott Fitzgerald en su obra cumbre, “El Gran Gatsby”, texto el cual se desarrolla en un verano tórrido en Nueva York (1925), lo advierte y lo deja magistralmente por escrito. Su texto es ejemplo de la alteración de patrones y conductas en los humanos por el maldito y agobiante calor, el cual escurre como ácido en el cuerpo. Y sí, aquí ocurre una muerte, la única, la cual mueve toda la novela con su poder destructor y dicha muerte es... por calor.
Nota tres: ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Pues nada. O todo. Sencillamente ya nos acabamos el planeta. El problema del mal es ubicuo. La pregunta se la hace otro profeta bíblico, Habacuc. Textual dice: “¿por qué guarda silencio Dios mientras los malvados prosperan?”. Ya luego Dios horada “con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros”...” (Habacuc 2:14). Pues sí, un sol jurado e inclemente...
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LETRAS MINÚSCULAS
Dios no tiene nada que ver con esta brutal y asfixiante ola de calor, nada.