Block de notas (5): el calor en a Biblia y la literatura
COMPARTIR
Escribo estas líneas, estas notas, en la semana al parecer más calurosa del año.
Una ola bestial de calor nos cubre y nos atosiga. Estas notas las redacto en la semana del 11 al 15 de junio. ¿Es primavera o verano? Pues ya es intrascendente el bautizo de las estaciones del año. El calor es tórrido, parece verano. Un perpetuo verano. Saltillo ya no es lo de antes. El cambio climático, tan sobado, es una realidad de huella de gigante.
TE PUEDE INTERESAR: Block de notas (4): de violencia, Biblia y algunos temas ‘vulgares’
Cambiaron los vientos, las estaciones: cambiaron los tiempos del calor y del estío, cambiaron los inviernos y su ventisca. Hoy, un calor sopla como fuego en nuestro cuello y oídos, y la bestia del infierno resopla con baba llameante. De hecho, ya sólo hay dos estaciones fijas: el calor y un incipiente invierno. Al menos aquí y en esta parte del mundo. Escribo estas notas en primavera. Parece es lo más rudo del año. Es mediodía y he dejado de tomar mi café amargo. Por la mañana, me dan ganas de vivir con él. Por la tarde y a partir del mediodía, es imposible beberlo y soportarlo. Me he decantado entonces por llenar un vaso con una buena medida de “Jack Daniels”, par de hielos y algo de agua mineral. Sólo eso. Me refresca el gaznate.
El whiskey, me ha comentado un amigo, equilibra la presión arterial y te ayuda a relajarte ante tal embate de calor. ¿Es cierto? Le he comprado la idea a mi amigo y así lo hago. La cerveza, no obstante que me gusta harto, me “empanza” de volada. Así que me he decantado por un buen whiskey. Ignoro a quién le guste el calor. El demencial calor. ¿A mí? Usted lo sabe, no me gusta el calor, no me gusta el verano. Abomino del calor cuando este pasa cantando. Desde el uso de mi razón y memoria, desde mi infancia temprana, no me gusta el calor. Nunca me ha gustado.
Su pegajosa humedad embota mis sentidos y el remolino de moscas, insectos y bichos, los cuales aquí y en esta estación son incubados por miles, revolotean no sólo sobre mi cabeza y mis ojos, sino sobre mis ideas y reniego del sudor escurriendo lento en mi cuerpo. Maldigo el calor cuando este llega y se estaciona en mi residencia. No soy el único en renegar del calor y su enjambre de mosquitos. No he sido el único. Vaya, el perverso calor del cual yo reniego y maldigo; sí, lo maldigo, es tan molesto... que en la Biblia uno de los personajes escogidos por Dios/Jehová para predicar su palabra, Jonás, igual a este escritor, prefiere la muerte a soportar el calor infernal, el sol jurado y preñado de espanto y el viento solano y enloquecedor: embarazado de locura e inaguantable para los hombres.
TE PUEDE INTERESAR: Block de notas (3): El poder de la fe y acción
Nota uno: El personaje bíblico, usted lo sabe, es Jonás. Profeta renuente al llamado de Jehová. De hecho, cuando el gran Dios lo escoge y le habla, éste de plano y mejor se “levantó para huir de la presencia de Jehová...” (Jonás 1:3). Lo mejor viene al final del Libro de Jonás. Este profeta rebelde, lo repito, prefiere la muerte a soportar el calor abrasante y maligno del sol, el cual, por orden de Jehová, lo “hirió” en la cabeza. Parte del texto bíblico (los parágrafos) es el siguiente: “Y acaeció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y desmayábase, y se deseaba la muerte diciendo: mejor sería para mí la muerte que mi vida...”. Nadie, nadie en su sano juicio soporta el sol y el calor que hoy se abate sobre el norte de México. Nadie lo aguanta. Ni los mismos profetas del Antiguo Testamento.
ESQUINA-BAJAN
Nota dos: El escritor polaco, quien vivió un largo tiempo en Argentina, Witold Gombrowicz (Polonia 1904-1969), un escritor tan raro como inclasificable. Según Enrique Vila-Matas, fue dueño de una prosa “oscura, sonámbula y extravagante”. Gombrowicz es autor de una celebrada novela: “Ferdydurke” (1937), de la cual sólo he leído fragmentos extensos en la red de redes llamada Internet, por no encontrarla disponible en el mercado editorial. Son igual de celebrados textos suyos como “Recuerdos de Polonia”, “Diario Argentino” y “Peregrinaciones Argentinas”.
TE PUEDE INTERESAR: Ahoga calor a saltillenses, pero precios de mini splits ‘congelan’ ganas de comprar uno
Nota tres: Cito entonces un fragmento extenso de “Ferdydurke”, en el cual el narrador se queja de lo mismo lo cual lastima, molesta y pincha a este servidor: “¿No ocurre acaso que cualquier llamada telefónica o cualquier mosca pueden distraer al lector de la lectura justamente en ese supremo momento en que todas las partes y tramas se juntan en la unidad de la solución final? ¿Y si en ese momento entrase, digamos, su hermano y dijese algo? La noble labor del escritor se echa a perder a causa de una mosca, un hermano o un teléfono. ¡Oh, malas mosquitas!...”.
Nota cuatro: Si hay calor demencial, hay plagas de moscas, cucarachas, mosquitos, zancudos y toda clase de sabandijas. La calamidad de moscas y moscardones nos azota a los literatos. La disquisición plañidera de Gombrowicz me hizo recordar el mismo tema tratado por Francis Scott Fitzgerald en su mítico “Crack-Up”. Justo cuando el sueño llega en la noche más alta, se presenta el vuelo del mosquito, su zumbido letal y su milimétrico planear sobre territorio ajeno. Adviene entonces la desesperación, la sordidez y la costumbre de lo semitrágico, lo cual siempre está emparentado con lo ridículo. Escribe Fitzgerald...
LETRAS MINÚSCULAS
“Es asombroso lo malo que puede llegar a ser un mosquito, mucho peor que un enjambre... un mosquito adquiere personalidad: la odiosa, siniestra categoría de la lucha a muerte”. Espero sobrevivir a este tiempo aciago...