Buenos alcaldes de Saltillo: Arturo Berrueto González
A partir de esta entrega estaré conjuntando vida, obra y milagros de los buenos alcaldes de esta tierra, aquellos que con la escasez de pecunio presupuestal hicieron de su administración un verdadero milagro en relación con las obras de infraestructura construidas y partiendo de un manejo honesto y responsable de los recursos, que a cuenta gotas llegaba, de las participaciones estatales y federales.
Entre las décadas de los cincuenta al setenta del pasado siglo y precisamente ante los raquíticos presupuestos asignados, varios alcaldes se dieron a la tarea de convocar a la ciudadanía y hacerlos partícipes de las famosas obras por cooperación, que tenían un mecanismo simple y es que, ante una necesidad común, digamos conectar la red de drenaje de una cuadra, los vecinos cooperaban con materiales o mano de obra, y en la misma proporción el ayuntamiento hacia lo propio con material y maquinaria o personal de obras públicas.
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Otros recursos llegaban de las contribuciones del predial, impuestos sobre espectáculos, juntas municipales de agua potable y alcantarillado, multas e infracciones, permisos de construcción que alcanzaban para pagar a los gendarmes, los administrativos y la asistencia social.
La vida de la ciudad, aún de aspecto pueblerina, trascurría con pocos sobresaltos; eran los tiempos en que veíamos caminando por entre la plaza o las calles del centro a su máxima autoridad municipal, saludando a los transeúntes y preguntando por la salud de fulano o zutano con familiaridad o recordando alguna anécdota de la infancia, pero también utilizando ese ejercicio para medir la temperatura social y tomar precauciones.
Fue creciendo Saltillo y las visitas fueron menos constantes; hoy las mediciones del clima social son a través de medios electrónicos, encuestas y llamadas telefónicas.
Recuerdo aún los famosos bandos de policía y buen gobierno, que uno que otro alcalde utilizó para notificar a la población sobre el orden, las buenas costumbres y la convivencia sana y en paz que se debería seguir. Aun cuando sin la cohesión literaria de aquel bando que el maestro Tierno Galván emitió para la ciudad de Madrid sobre el destape veraniego.
Desde el colonial edificio de Hidalgo y Aldama se despachaban los asuntos del día con día, y era común ver grupos de ciudadanos que acudían con peticiones ante las condiciones de urbanización que tenía la ciudad, que en esos años contaba con demasiadas calles sin pavimento, alumbrado público y red de drenaje.
Uno de los alcaldes a quien hago referencia es al profesor Arturo Berrueto González, quien fue presidente municipal de Saltillo durante el periodo 1970–1972.
Berrueto llevó a cabo obras como la creación del rastro de Saltillo, contribuyendo a la sanidad de la distribución de la carne, amplió las calles de Urdiñola y La Fragua, dio conexión al bulevar Venustiano Carranza con la carretera a Torreón, así como obras de infraestructura y terminó la red de agua y alcantarillado de las colonias del oriente de la ciudad y su desembocadura sobre la calle de Matamoros, además de construir el parque Abraham Curbelo y ser impulsor de la concertación para traer a los Saraperos a la ciudad mediante gestiones con los empresarios y el Gobierno estatal.
Dueño de grandes capacidades para el beisbol que lo hicieron en su juventud explorar las ligas menores de Estados Unidos, es el único alcalde que fue inmune a la rechifla de los juegos inaugurales en el lanzamiento de la primera bola, ya que siempre efectuó lanzamientos precisos que provocaron el aplauso de los aficionados.
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Gran conversador, político de carrera, escribidor y poseedor de un sentido humano y solidario, el profesor Berrueto continúa activo, después de una carrera exitosa en la administración pública y en el estudio de la historia del estado, desde la presidencia del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas.
Ha recibido las medallas “Francisco Murguía” y “Eliseo Mendoza”, así como las preseas “Saltillo” y “Capitán Alonso de León” al mérito histórico, además de ser autor del “Diccionario Biográfico de Coahuila, 1500-2001” y de los libros “Murguía, Paradigma de la Libertad”, “La Huella del Benemérito en Coahuila”, del “Catálogo de Revolucionarios Coahuilenses”, así como de un centenar de ensayos en diversas publicaciones. Amén de ser reconocido como profeta en su tierra. A paso sereno, pero firme, el alcalde Berrueto avanza en busca de diarios retos y anidados sueños.