Café Montaigne 239

COMPARTIR
TEMAS
Es uno de un puñado de hombres de los mejor vestidos del planeta. Si recortamos la tirada de naipes, es uno de dos escritores bautizados como los mejor vestidos del planeta. Es el Nobel peruano avecindado y español por elección, Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936). Sus blasones son del tamaño de su obra. Le faltaba la cereza del pastel, hace algunos años se la otorgaron: el Premio Nobel de Literatura. Lo merece. Lo merecía desde hace años. Ya lo tiene. Y su talento y disciplina para crear y escribir, no ha sufrido mella alguna. Al contrario, como un buen vino tinto: añejado, con el paso del imbatible tiempo, sus letras tienen más poder.
Viste como catrín de lotería mexicana. Viste como maniquí de aparador inglés. Lo mismo lee en francés, inglés y alemán. Es una aplanadora de pensamiento. Sus libros siguen en producción. Ni se diga en materia de ventas. Las líneas salidas de su pluma y puestas en letra redonda en papel, se cotizan mejor al oro de su Perú natal. Sus artículos son leídos con aire y atención en todas partes del mundo. La crítica siempre ha sido lo suyo. Provoca tempestades. Como aquella memorable ocasión en la cual aquí en México, en un Encuentro Internacional de Escritores, espetó una fraselapidaria la cual quedó cincelada en roca, no así la participación de los demás escritores de los cuales ahora ya nadie se acuerda. Vargas Llosa dijo, habitamos “la dictadura perfecta”.
Sí, cuando el Partido Revolucionario Institucional estaba encimado en el poder político en el país, cuando nada más sus candidatos ganaban y todo, todo lo demás lo disfrazaban de democracia. Hoy las cosas ya cambiaron dramáticamente. Pero ahora, ante el embate del populismo, Vargas Llosa ha enderezado su pluma en contra de Andrés Manuel López Obrador y su populismo desbocado. Como el de Cuba, Venezuela y claro, su natal Perú. Vargas Llosa lo sabe: AMLO ha venido mimando la siempre frágil democracia mexicana y se ha apoderado a tal grado de los poderes y de las instituciones, las pocas ya en pie, a lo cual al hombre de Macuspana se le endosa una triste y preocupante definición: es un cacique más.
Vargas Llosa ya ha hablado de este populismo tan dado en crecer Latinoamérica, vía el entronizar a hombres fuertes y carismáticos: Inazio Lula da Silva, Hugo Chávez, Fidel Castro, Cristina Fernández, Alan García, Alberto Fujimori, Nicolás Maduro... Hacia finales de la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, los astros se alinearon para y por un motivo: el pueblo de Perú quería a Mario Vargas Llosa de candidato y quizá, como Presidente de su país. Toda esta odisea política quedó grabada a fuego lento en un volumen portentoso: “El pez en el agua”. Un tabique de más de 540 páginas publicado en 1993 en su edición internacional. Pero el libro no sólo es su testimonio de aquella temporada de tormenta, su paso veloz por la siempre abyecta política; es también una memoria de vida. Sus pasos en la infancia, adolescencia y su formación como lector. Luego, como el escritor el cual hoy es Nobel de Literatura.
Esquina-bajan
El libro se lee como una novela: lo es. Narrada con la mejor prosa del peruano, a ratos es una novela de aventuras, un ensayo político, un testimonio de vida (sus inicios en el descubrimiento del sexo), una confesión (la relación tortuosa, tirante y distante con su padre); pero también es una galería de retratos literarios, sus primeras lecturas, sus amores juveniles, la relación con su familia, los descubrimientos gozosos en materia de autores y revistas y los primeros textos pergeñados. Y todo eso precisamente, dichas lecturas serán la influencia necesaria y vital para descubrir una vocación de dioses: ser escritor. Aunque, el padre (Ernesto J. Vargas) de Vargas Llosa una y otra vez le decía de dejar esas cosas de “maricones”.
Usted lo sabe: Mario Vargas Llosa perdió la elección presidencial en Perú a manos de un desconocido, Alberto Fujimori. Tal vez para fortuna nuestra y de él, perdió en política y las letras ganaron y se quedaron con un eslabón de roca y fierro en su devenir histórico: la presencia y escritura del Nobel. El poder, escribe en la página 90 de “El pez en el agua”, inspira “desconfianza... siempre me pareció una de las funciones más importantes de mi vocación, la literatura, ser una forma de resistencia al poder, una actividad desde la cual todos los poderes podían ser permanentemente cuestionados, ya que la buena literatura muestra las insuficiencias de la vida, la limitación de todo poder para colmar las aspiraciones humanas”.
Libro portentoso el cual descubre y abre lejanías. Si el bosque es espeso, nada como ir paso a paso y tratar de ver los claros de sol y los brotes del camino en la distancia. Así vamos con Vargas Llosa en su libro, descubriendo sus primeras pasiones y sus primeras lecturas (“El teatro fue mi primera devoción literaria”). Su obstinación en convertirse en poeta y escritor. Leer y desmenuzar otros idiomas. Sus amores juveniles, su casamiento, su largo tráfago por el mundo todo. Y hoy, los frutos de su árbol ya maduro de buenos años atrás a la fecha.
Letras minúsculas
No mero entretenimiento, sino la vida verdadera. Libro de 1993 el cual hoy se refleja en la etapa fecunda y plena del Nobel Mario Vargas Llosa.