Café Montaigne 326: Aprieta el año viejo y nuevo ¿cuál es uno y cuál es otro?

Opinión
/ 2 enero 2025

Aprieta el año viejo y nuevo ¿cuál es uno y cuál es otro? Ja, eso nada más usted lo sabe señor lector. A mí los convencionalismos sociales ni me van ni me vienen. Sencillamente es basura: avanzamos: uno hace el bien todo el año y da de comer al hambriento y al migrante o bien, uno se hace de la vista gorda todos los días del año y los trata como seres invisibles a la sociedad de los riquillos a la cual todo mundo cree que pertenece.

¿Es fin de año o es año nuevo? Basura, es lo mismo. Lo he platicado aquí hartas veces, la lección me la enseñó y me la vendió mi hermano, Reynaldo Ramírez García, muy joven unido a la eternidad: “el mundo no se rige por años, sino por acontecimientos”. ¿Somos los mismos luego de la pérdida de un hijo? Como le pasó al poeta Javier Sicilia en su momento, el cual fue un icono del país, pero nadie lo siguió y nadie lo apoyó. No. ¿Tuvo incidencia la fecha o el acontecimiento?

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Hoy que escribo estas líneas para usted, estoy aplastado en un restaurante de media tabla aquí en Saltillo, no hay para peso fuera del Estado, puf. La señorita, la camarera que me atiende diligente, regresa con un platón humeante de pasta salpicada con salsa boloñesa. La generosa porción viene también con un húmedo salmón de belleza italiana.

Agradezco las atenciones. La camarera me dice palabras inteligentes siguiendo el hilo de la conversación y el punto dejado en la mesa. Brindamos. Sólo brindamos, por eso, por sólo hecho de brindar. Así de sencillo. Ella sonríe y su risa se congela, se queda eterna en un restaurante saltillense del cual me reservo por hoy el nombre.

En fin, me la paso bien en mi ciudad la cual ya no es mi ciudad. Y es entonces cuando salta la libre en el texto de hoy: antes de la Navidad, un amigo lector, un fiel lector, me mandó el siguiente comentario el cual lo transcribo, pero sin desnudar su nombre: “Oiga maestro, sus textos y sus teorías siempre se cumplen, siempre. Yo pensé que sus pasajes sobre el retrete era un mero juego literario. Oiga, un familiar cercano acaba de morir, hermano de mi esposa, apenas tenía 45 años. En sus últimos días no podía ir a cagar, como usted dice. Cuando fue, obraba sangre. Luego, le llegó su muerte. Caray, gracias por educarnos maestro Cedillo”.

Caramba, gracias a ustedes por hacer suyas estas letras, pero insisto, no hay tema baladí. Y si acaso pegó en el clavo, siempre es por eso, hoy humanos, mañana quién sabe. Apenas a cuatro días o tres del 24 de diciembre, murió este hermano o amigo de mi gran amigo, pero, el tipo no podía ir a cagar como Dios manda. Al final y en siete días, las pocas veces que iba al retrete, cagaba sangre. Nada más. Puf, un mal diagnóstico médico, sin duda. Así murió, en su cama y tratando de cagar y mear.

Vamos hacer una reflexión al respecto, una pequeña recopilación de citas que usted ha leído en este ensayo de leer en el retrete, siempre ancilado en el texto señero de Henry Miller.

ESQUINA-BAJAN

“En mi juventud, en busca de un lugar reservado donde devorar los clásicos prohibidos, a veces recurría al retrete”. Henry Miller.

Ian McEwan ha escrito una novela dentro de novela, cuando hace amanecer a un bicho cualquiera de la calle... en Primer Ministro inglés. Puf. El texto se llama, si mi memoria no me falla: “La cucaracha”. Y claro, no se me olvida la tirada de naipes y de cubilete con lo cual usted y o iniciamos esta tertulia del retrete: Sí, leer en el retrete. Leer en el “trono”. De hecho, voy leyendo que en la Edad Media, tan satanizada por todo mundo, injustamente según mi opinión, al retrete, al baño se le bautizó como “Golden Tower”. Y si avanzamos en esta tertulia y notas, aquí en lo mexicano, cuando uno va al “trono” a defecar (cagar en buen español) se le dice coloquialmente: va uno a “tirar la piedra”.

Los bichos de Mc Ewan y Kafka, van y cagan, ¿por qué los humanos no? Escribe con dolor Ramazzini: “todos los hombres de letras en general tienen disturbios en el estómago. Celso decía entre los débiles del estómago están la mayor parte de los habitantes de la ciudad y casi todos los que aman las letras...”. Nada más cierto. Nada más devastador. Al menos en mi caso. Cuando uno está pegado al “trono”, al retrete, padeciendo una feroz diarrea, uno no piensa en otra cosa que no sea el final de ella: el alivio o la muerte. Literal, uno siente que la vida se evapora. Así la cosa.

Naden sabios lectores. Avanzamos. Si cagar y mear no fueran una de las cosas importantes en nuestra vida, pues no lo haríamos y si son importantes, pues son motivo literario y artístico. Hay un poeta árabe, Fakhri Ratrout (siglo 20) del cual no tengo más referencia que es de este siglo y lo tengo en una antología de textos y poesía árabe, éste tiene los siguientes versos en uno de sus poemas. Insisto, no sé nada de él, pero sus versos son perturbadores y uno ni siquiera sabe cómo fueron en su momento concebidos, ahora bien, en estos breves versos está contenida mucha filosofía, como siempre. Los versos del poeta son perturbadores. Y claro, señor lector, hágalos suyos para siempre en cualquier reunión...

LETRAS MINÚSCULAS

“El que no hace nada salvo orinar, sueña y muere...” Versos de Fakhri Ratrout (siglo 20), poeta árabe del cual no tenga nada. Salvo su sabiduría y lo eterno, leerlo.

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