Cifras contra drama: la migración en la era de Trump 2.0

Opinión
/ 12 febrero 2025

Si bien Donald Trump necesita satisfacer a su base social resentida, también debe responder a los varones del dinero que se benefician del trabajo realizado día a día por los indocumentados

La migración indocumentada, procedente de sociedades empobrecidas, inseguras y violentas, que se dirige hacia sociedades prósperas, es un complejo fenómeno estructural propio de un mundo globalizado que, de una u otra forma, los gobernantes administran, pero no se proponen resolver.

Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos el 20 de enero. Llevamos tres semanas y media de Trump 2.0. Como sabemos bien, desde la campaña se exhibió incorregible y aumentado. Optó por un discurso mucho más extremista que el enarbolado durante su primera campaña. Reforzó su lenguaje hostil contra sus enemigos favoritos: China, Irán, los migrantes indocumentados y los cárteles de la droga.

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Podemos sostener que algunas batallas se justifican. Por ejemplo, los cárteles de la droga son indefendibles. Otras sólo son producto de su necesidad de embaucar a sus bases menos ilustradas, nutrir sus resentimientos y apuntalar su patológica necesidad de justificar sus fracasos personales o comunitarios en lo económico y lo social, achacando esos fracasos a los más pobres y vulnerables: los migrantes.

Ya lo hemos dicho, la migración procedente del sur hacia el norte es un complejo problema real que los gobiernos no tienen interés alguno en resolver. Forma parte de un sistema informal y perverso del que muchos se benefician: los políticos, tanto de los países expulsores como de los receptores, los empresarios y negocios que esperan con ansia esa mano de obra barata e indefensa, los traficantes de personas que extorsionan sin piedad; pero también los propios migrantes y sus familias que emprenden camino al norte en pos del “sueño americano”.

Algunos migrantes no consiguen llegar, la mayoría sí y suelen tener éxito en sus propósitos. El proceso no es nada amigable, pero sin duda es menos peor que la situación que los llevó a arriesgar hasta la propia vida y la de sus seres queridos. Diría un amigo penalista: el problema de la migración es que la víctima es el responsable del ilícito, incluso pagan por ello.

Entre la “clase política” estadounidense, en los medios y en buena parte de la sociedad, la migración es un asunto rodeado por el drama. Los ultras de la izquierda y la derecha se desgarran las vestiduras frente al tema. Unos por defender a los pobres y vulnerables migrantes y otros para atacarlos. Pero ni uno ni otro busca una solución real.

¿En qué cabeza cabe que la migración indocumentada es correcta? El migrante arriesga su vida en el trayecto, cuando logra llegar y conseguir empleo percibe un salario por debajo de la ley, carece de garantías y de seguridad social.

A sabiendas de que sería un golpe mortal para la economía estadounidense, ¿en qué cabeza cabe que el migrante indocumentado es una amenaza para los estadounidenses y es inútil en el trabajo, por lo que hay que deshacerse de todos ellos?

Semejantes dislates sólo caben en la mente de los demagogos a los extremos del espectro político, que buscan alimentar el rencor de su base social, que recaudan fondos para causas que no quieren resolver porque, de hacerlo, se les acaba el rentable drama, se les marchita el discurso y se les agota el dinero que todo esto genera, desde donaciones para campañas políticas hasta mano de obra barata e indefensa, pasando por toda la cadena informal que medra del problema.

En las tres semanas y media del gobierno Trump 2.0, la cantidad de cruces ilegales cayó 90 por ciento. En paralelo, el promedio diario de deportaciones rondó los 665 casos, el más bajo de la historia moderna de Estados Unidos. En conclusión, la crisis sólo está en el discurso y en los medios. Biden sostuvo un promedio de mil 877 deportaciones diarias en 2024, Trump 1.0 alcanzó mil 175, Obama llegó a 2 mil 473, todos muy por debajo de las cifras que obtuvieron W. Bush y Clinton.

Una buena porción de los 10 mil elementos de la Guardia Nacional, que desplegó el Gobierno de México en la frontera norte para satisfacer la dizque furia de Trump, están picándose los ojos en Piedras Negras y Ciudad Acuña. En los otros estados fronterizos, la chamba no está en la migración, sino en el tráfico de droga, que es otro frente y no es materia de esta entrega.

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Lo cierto es que si bien Trump necesita satisfacer a su base social resentida, también debe responder a los varones del dinero que se benefician del trabajo realizado día a día por los indocumentados en la construcción, la agricultura, el entretenimiento y muchas otras actividades, ellos pagaron su campaña y algunos están incrustados en la cúpula de su administración. Basta ver el debate sobre la migración legal de profesionistas muy calificados. En ese debate hasta Elon Musk paró en seco a los radicales de derecha. A mis ingenieros latinoamericanos no me los toquen, pues claro, es su mente de obra calificada.

El drama continuará, sirve para entretener a las masas y permanecer en el foco de atención. Seguirá hasta que se decida cambiar el círculo vicioso del statu quo del que muchos sacan raja; por otro, virtuoso, en el que ganen los migrantes y todos los demás en distinto grado.

@chuyramirezr

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