Aranceles: Entre el libre comercio y el populismo

Opinión
/ 5 febrero 2025

Los aranceles también pueden usarse como arma política, aun cuando no tengan sentido desde el punto de vista económico

El arancel o los aranceles son impuestos o gravámenes que el gobierno de un país aplica a productos que se importan de otro país. Por lo general se trata de una medida de protección, presión o subsidio en beneficio de la industria del país que los impone. Un país que produzca, a menor costo, un producto determinado, semejante a otro producto fabricado a mayor costo en el país que impone el arancel, podría competir ventajosamente con este.

Todos sabemos que producir en México cuesta menos que hacerlo en Estados Unidos, de ahí que el consumidor estadounidense pueda comprar a un precio más bajo un producto hecho en México, que si comprara ese mismo producto fabricado en los Estados Unidos.

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Los aranceles también pueden usarse como arma política, aun cuando no tengan sentido desde el punto de vista económico. Fundamentalmente, para arrancar algo al país afectado por tales aranceles, sea esto de naturaleza política, económica o social. En el caso del más reciente berrinche de Donald Trump, según sus propias palabras, buscaba altos aranceles a los productos mexicanos en represalia por lo que considera fallas del gobierno mexicano en al tema migratorio y complicidad en el tráfico de fentanilo.

La historia reciente nos enseña que los populistas suelen cumplir su palabra sin que les importen las consecuencias inmediatas que pueda acarrear a sus gobernados. Les gusta saberse temidos, y ese gusto alimenta sus bravatas. Humillar a sus contrapartes los hace sentir admirados por sus seguidores y temidos por sus opositores.

En 2018, Estados Unidos importaba de China, México y Canadá 1.2 millones de millones de dólares (trillones en inglés), de los cuales 535.5 mil millones eran productos chinos, 343.7 mexicanos y 318.6 canadienses. Para 2024, aun con el enfrentamiento de Estados Unidos con China, incrementó el valor de esas importaciones a 1.348 millones de millones de dólares. De esa enorme cifra, México exportó a los Estados Unidos 509.3 mil millones de dólares y se convirtió en su principal socio comercial, China exportó 436.4 mil millones y Canadá 412.6 mil millones. Es decir, México y Canadá exportaron más a Estados Unidos que en 2018, mientras que China bajó sus exportaciones en algo así como 100 mil millones de dólares.

Estas cifras nos ofrecen varias lecciones: la primera es que sustituir importaciones no es cosa fácil. Las tensiones del enfrentamiento con China no han puesto punto final al comercio entre China y Estados Unidos. China dejó de exportar casi 100 mil millones de dólares, pero sigue vendiendo 436.4. Lo que perdieron las exportaciones chinas, lo ganaron México y Canadá. Pero más aún, en estos seis años, México y Canadá tomaron un pedazo más grande del pastel, más grande que el perdido por China. México, 166 mil millones adicionales y Canadá 94 mil millones de dólares.

Parecía que la amenaza trumpista iba en serio. La prensa amiga y adversaria disfruta cada instante de este drama. Mientras que las oposiciones, tanto en Estados Unidos como en México, son ceros a la izquierda.

La presidenta Sheinbaum tiene pocas opciones. No dispone de recursos legales de los cuales echar mano. En tanto que para el gobierno mexicano el T-MEC tiene rango constitucional, para Estados Unidos es un simple acuerdo del ejecutivo. Creo que nunca había sido tan útil la característica frialdad de la Presidenta de México. No hay más que esperar un golpe tras otro y responder uno a uno sin apasionamiento.

Los aranceles afectarían mucho al mercado estadounidense. En el corto y mediano plazo sus consumidores pagarían los platos rotos. Los productos que compran subirían de precio y no hay alternativa inmediata para ello. Aun así, a México y a Canadá les afectaría muchísimo más. En resumidas cuentas, sólo Trump decidirá si el gobierno mexicano cumple. Pero entre que son peras o manzanas, la presidenta Sheinbaum logró sacarle un mes de gracia.

El libre comercio tuvo consecuencias. Hubo muchos perdedores, pero las estadísticas señalan que fueron más los ganadores. El problema sigue siendo la distribución de la riqueza, el acceso a las oportunidades y la corrupción como gran obstáculo, que da paso a ventajas indebidas de unos, en perjuicio de otros. Eso es lo que aprovechan los populistas y que los demócratas no saben o no pueden defender.

X:@chuyramirezr

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