CNDH vs. Instituto Nacional de Migración; ¿por qué reacciona ahora Rosario Piedra?
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El apartado B del artículo 102 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos da vida a lo que conocemos como Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Si bien nace para la “protección de los derechos humanos que ampara el orden jurídico mexicano”, en el segundo párrafo del mismo apartado B acota su actuación, en estos términos: “Los organismos a que se refiere el párrafo anterior, formularán recomendaciones públicas, no vinculatorias, denuncias y quejas ante las autoridades respectivas”.
La CNDH tiene un patrimonio público, vive de los impuestos que pagan los contribuyentes, es una entidad autónoma en cuanto a administración y manejo de recursos. Es sobre todo un organismo autónomo en lo relativo a la promoción y protección de los derechos humanos consagrados en la Constitución. En resumen, es una entidad con autoridad moral que emite recomendaciones a la autoridad, pero que tiene fuerza en tanto que sus diez consejeros, uno de ellos presidente, fueron electos por las dos terceras partes del Senado de la República, trascendiendo la lógica del partido político o coalición gobernante.
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Para integrar la Comisión, los consejeros deben contar con el apoyo y validación de los partidos de oposición. Puede decirse, que cuando la CNDH habla, o hablaba, el país escuchaba. Los poderes públicos y particulares atendían sus recomendaciones, aunque no fueran vinculantes.
Como sabemos, la presidenta de la CNDH es Rosario Piedra Ibarra, hija de doña Rosario Ibarra de Piedra, emblemática luchadora de la izquierda, líder histórica del Comité Eureka, incansable en la búsqueda de los desaparecidos durante la “Guerra Sucia”, su hijo Jesús entre ellos.
Sobra decir que su hija preside la CNDH por su nombre, que pesó un 95 por ciento, alguna gracia tendrá el otro 5 por ciento. Su propuesta llegó con el gobierno de López Obrador, no había muchas razones para votar en contra, se le conocía poco. Como militante de Morena, naturalmente eso no gustó a muchos. La naturaleza del cargo exige ser no partidista. Aun así, la oposición azorrillada le dio un voto de confianza, no quiso iniciar el sexenio con ese pleito. Hoy el desencanto es general, tal vez sea mayor entre las filas de la izquierda que quisieron creer en ella.
A nueve meses de terminar su periodo, puede concluirse que Rosario Piedra Ibarra al frente de la CNDH ha sido una nulidad en el sentido literal de la palabra. No hace nada, se esconde, habla poco y no toca al poder público ni con el pétalo de una rosa. Al decir que no hace, también decimos que no parece darse cuenta de la avalancha de atropellos, violencia, muertes y desapariciones forzadas, no ataca, no levanta la voz en defensa de nadie. La hija resultó todo lo opuesto a lo que fue su madre. En octubre del año pasado renunciaron en bloque sus seis compañeros consejeros porque obstaculizó todos sus empeños. Señalaron que fueron ignorados por completo, que no los dejaron hacer su trabajo y que recibieron una que otra amenaza.
Por eso llamó muchísimo mi atención que en su último año decidiera levantar la voz contra el Instituto Nacional de Migración (INAMI). ¿Qué habrá hecho o dejado de hacer el INAMI, que hasta la inerte, complaciente y distraída consejera presidente haya decidido irse tras ellos? ¿Qué estará pasando ahí que lo que no se señala sobre las fiscalías, los desaparecidos y los pésimos servicios públicos de salud, se señala al INAMI? ¿Estará tan grave la situación que hace palidecer la causa de las madres buscadoras frente al impresentable Instituto de Migración?
Un informe presentado el viernes 9 de febrero señala en resumen que ninguna de las catorce estaciones migratorias del país, o de sus 35 estancias provisionales instaladas en 27 entidades, ofrecen condiciones adecuadas para la permanencia de extranjeros en situación migratoria irregular. Recibieron una calificación promedio de 47.93 sobre 100 puntos.
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En el mundo de lo peor, las hay que son peores: Reynosa sacó cero en el apartado alojamiento. Acayucan alcanzó 35, Huehuetoca se quedó en 21.67 y Gómez Palacio, 23.33. Una pregunta obvia sería: si Reynosa obtuvo calificación cero para efectos de alojamiento, ¿tendrán algún alojado?
En esta sociedad nuestra, el pobre se lleva la peor parte en esto de los derechos humanos. Pero también, en el mundo de lo peor, hay quienes la tienen peor aún, los pobres no mexicanos, que no votan, que no pueden ser comprados para que acudan a votar, aunque algunos anden en eso. Para la corrupción nada es imposible. Se trate de lo que se trate, siempre puede ser peor.