Colecciones: volver a los recuerdos. Imágenes al llegar la primavera

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Lo de hasta hace muy pocas semanas tenía que ver con las remembranzas... Fueron meses de guardar para tener la oportunidad de disfrutar durante las jornadas en que las temperaturas iban del inestable frío al grado de congelamiento
Con la sonrisa de la primavera a unos cuantos días, se abandona el ropaje del frío invierno. Van quedando atrás las prendas que se ajustaron en los días hiemales y se aprontan, con el canto de las aves, el colorido de los días venideros.
En torno a lo que se deja, vienen a la mente imágenes que se fueron recogiendo con los días fríos. Con estos, la inclinación a recogerse, a guardar, hace propio lo que la misma naturaleza realiza tan bien.
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Fueron meses de guardar para tener la oportunidad de disfrutar durante las jornadas en que las temperaturas iban del inestable frío al grado de congelamiento. Aportan, por supuesto, las fiestas, en las que todos reunidos, se convoca a los recuerdos y a las memorias.
Lo de hasta hace muy pocas semanas tenía que ver con las remembranzas, y en ellas se encuentran objetos que a lo largo de la vida vamos reuniendo y se van acumulando en alguna parte de los hogares.
Hace poco leí un interesante ensayo sobre lo afectos que somos los seres humanos para formar colecciones. La premisa con que inicia el texto resulta por demás de gran interés: “Coleccionar es querer atrapar algo de forma duradera en el tiempo y en el espacio. Instalarlo en una repisa, en un libro de tapas de terciopelo o simplemente en nuestra memoria”.
Aludía a los álbumes de fotos, que describen los grandes momentos de un día, de algunas vacaciones o viajes que quedan para siempre grabados en el corazón y el pensamiento. Y sí, en efecto, y de acuerdo con la autora de este escrito, María Sánchez Carbajo, fueron los álbumes físicos, ahora digitales, los que aparecen en la primera fila a la hora de hablar de colecciones.
Es un hecho que, en los días a los que me refería en el comienzo de esta colaboración, han sido los álbumes los que forman parte de reuniones familiares, que nos permiten observar el cambio registrado en cada uno de los integrantes a lo largo del tiempo.
Hay otras colecciones que nos describen la forma de ser de sus dueños y hasta sus características personales, retratan sus gustos y sus intereses. Colecciones hay de rocas, de flores secas, de mariposas disecadas. Estas siempre me parecieron tristes: a pesar del colorido y la belleza de sus formas, me quedaba con la tristeza de presenciar que no habían terminado con su ciclo vital.
Las colecciones pueden llegar a pasar de generación a generación cuando también los gustos se heredan. Depende mucho del ambiente generado en las familias, de la atmósfera que se respira en los hogares para que se conviertan en un legado espiritual y material.
Estos días en que pronto nacerá la primavera, menos tiempo hay para adentrarnos en nosotros mismos, de buscar el recogimiento e indagar en el misterio de objetos coleccionados y coleccionables. La época del inicio de la floración va más de puertas abiertas que de cierres hacia el interior. A disfrutarla, pues, como se disfruta la época del recogimiento y la inclinación hacia uno mismo.
¿HASTA CUÁNDO?
“Súbase rápido, que ya voy tarde”, así le ordenó hace un par de días un chofer del transporte público a una usuaria que apenas y alcanzó a subir los tres escalones cuando aquel imprimió una gran velocidad al camión, en la subida por la recién restaurada calle General Cepeda. Inmoderada velocidad, irresponsabilidad al volante: cosa de todos los días.
¿Hasta cuándo tendremos de verdad un transporte público eficiente y responsable como el que tanto se anuncia?