Comidas y cenas navideñas
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Las fiestas por el nacimiento del niño Dios acaban de pasar y muchas familias continúan con la tradición del recalentado: el consumo de los platillos que se prepararon para la cena del veinticuatro durante los días posteriores a la Navidad. En mi casa nunca hubo recalentado; me explico, afortunadamente vengo de una familia grande donde los nueve hijos de mis abuelos, junto con los nietos y bisnietos aún nos reunimos a celebrar. Por esta razón la comida siempre se terminaba, quizás nos daban un taquito para llevar, pero el recalentado no duraba tanto como en otras familias.
De unos años para acá, en mi familia la cena de navidad se convirtió en comida de navidad. Nos dimos cuenta de que era más práctico para poder estar todos juntos (por el caso de los nietos que se casaban y tenían que decidir con cuál familia pasar las fiestas) y también por mi abuela Manuelita de 94 años; por esta y otras razones, la hora de la comida era perfecta para celebrar, estar la mayor parte de la familia y disfrutar.
De los recuerdos en la casa de mis abuelos en navidad, además de los buenos momentos y los regalos, quiero compartirles los relacionados con la cena navideña: desde siempre se acostumbra a hacer un pavo (o varios) con un relleno especial de carne molida, frutos secos, vino blanco y otros ingredientes. También se preparaban tamales norteños de pollo, puerco, frijoles y queso, con una crema de cilantro que, pocas veces he probado en otros lugares de Saltillo.
En la mayoría de la casas, también lo he visto con las Cocineras Tradicionales, para los tamales se prepara una crema con elote, cebolla y rajas de chile poblano. En casa de mi abuela no, mi madrina Alejandrina elabora una crema con cilantro, chile jalapeño, tomatillo verde (todo licuado) y al final agrega elote. Esa crema la he visto en mi familia desde siempre y en algunas ocasiones en otras casas, aunque es muy poco común es muy deliciosa.
La dinámica de la comida familiar en casa de mi abuela permitió que, desde algunos años a la fecha, la cena de navidad la celebremos en casa de mi hermana Sandra, allá es diferente, pues su suegra la señora Gela, es originaria del municipio de Mazatepec en el estado de Morelos. Esta particularidad nos ha permitido conocer otro tipo de cocina: en algún momento conocimos los huazontles capeados servidos en una salsa de tomate, una verdadera delicia. Por esta razón, los menús de cenas navideñas en casa de mi hermana se componen de dignos representantes de la cocina conventual de México como el bacalao a la vizcaína o los romeritos.
Uno de los postres que no podía faltar en la cena de navidad eran los buñuelos de rodilla, en casa de mi abuela los hacían mis tías, todas se juntaban uno o dos días antes para prepararlos: una amasaba, otra extendía y mi madrina los freía en el aceite, a veces nos dejaban que nosotros (cuando éramos niños) le pusiéramos el azúcar con la canela, con un frasco especial que tenían para esta ocasión. Esta tradición cambió un poco cuando descubrimos los buñuelos de viento, que en palabras de mi mamá eran más fáciles de hacer.
Este año en casa de mi hermana, como postre preparamos unas peras al vino tinto, es una receta muy sencilla y deliciosa. Se les quita la cascara a las peras y se parten en dos, se colocan en una olla y se cubren con el vino tinto de su elección. Se ponen a hervir y se agrega una naranja partida en rodajas junto con una ramita de canela, tres piezas de anís estrella y dos clavos de olor. Se deja hervir y se apaga hasta que la pera esté suave. Se enfrían y se pueden servir con un poco de helado de vainilla y se decora con una ramita de hierbabuena.
Como siempre, creo que lo importante no es la comida, sino lo buenos momentos que suceden alrededor de la mesa, los recuerdos que guardamos de nuestra vida y la manera en que a través de un platillo podemos convivir con nuestros seres queridos, los que están y los que ya no están. ¿Usted qué cenó en navidad? Guárdeme un taquito. Recibo sus comentarios en jasc114@hotmail.com. Nos leemos el próximo martes.