Crear en colectivo: sobre los procesos colaborativos en el teatro
Aunque no soy Miguel Rubio Zapata, puedo imaginar por qué dice lo que dice sobre el teatro de grupo
Creo que cuando una persona piensa en el proceso de hacer una obra de teatro, con frecuencia piensa en la secuencia de acciones que implican escoger un texto, analizarlo, crear una propuesta, aprender un texto, montar dicho texto y trabajar con los actores sobre la representación del mismo. No es la idea que otros tantos, incluyéndome, tenemos cuando pensamos en el teatro, así, sin reflexionarlo mucho. Existen en este mundo las puestas en escena de un texto, pero existen también los procesos colaborativos y las creaciones colectivas.
Ese teatro que Miguel Rubio Zapata no le recomienda a nadie a pesar de que es la única manera que él concibe para hacer teatro. Él y toda una generación de creadores cuya actividad más intensa sucedió en las últimas décadas del siglo pasado y que repercutió de gran manera en las formas en que se hace teatro hoy. Los procesos colaborativos tienen la característica de ser extremadamente difíciles, cansados y a la vez ser bastante satisfactorios. Si es que logras llevarlo a buen puerto y no terminar peleado en el proceso.
Aunque no soy Miguel Rubio Zapata, puedo imaginar por qué dice lo que dice sobre el teatro de grupo. Quizá por ser alguien que se inició en el teatro con este tipo de procesos, me parece más natural empezar de la nada, simplemente con una idea. Eso no me ha privado de ver como la constante convivencia, el trabajo desde lo profundamente personal y la necesidad de retroalimentación mutua vuelven a este tipo de dinámicas grupales más similares a un ambiente familiar que a uno laboral. Con todo lo que esto implica.
Hacer teatro de grupo y creación colectiva implica aprender a ceder y a escuchar, implica no siempre tener una cabeza única a quien seguir o a quien culpar cuando las cosas no salen como queremos. Implica también el peligro de perder la noción de que el objetivo final del proceso es un montaje escénico y que no se puede estar eternamente en una fase de experimentación. Eventualmente habrá que estructurar y algunas decisiones deben de ser tomadas. La afinidad del grupo y de sus objetivos podrá entonces ser puesta a prueba.
Me gusta pensar que el teatro de creación colectiva es lo que me ha facilitado el entender ésta clásica – y un poco trillada – forma de ver al teatro como un barco en el que el trabajo en equipo es fundamental. También creo que es el teatro de grupo lo que me ha dificultado en ocasiones tomar decisiones en favor de la profesionalización de un proyecto, poniéndolo por encima de las cercanas relaciones que se crean. Este tipo de dinámica de creación crea colegas maravillosos y a veces también relaciones tóxicas.
Como herramienta para evitar situaciones en que las dinámicas personales empiezan a afectar los procesos, creadores como Antonio Araújo del grupo brasileño Teatro da Vertigem abogan por procesos que son colectivos, pero que tienen en su interior una figura de autoridad por cada área del proyecto; ese que mete las manos cuando todos los demás no parecen llegar a ningún lado. Araújo llama a esto proceso colaborativo, aunque seguramente podrá tener otros nombres en otros lados.
¿Estrategia útil? En mi experiencia sí. Dota a los procesos de un poco de la estabilidad que se pierde cuando se trabaja desde un texto hecho, pero no es, de todas formas, infalible. El secreto de cada grupo para mantenerse junto es siempre único y tiene mucho que ver con los momentos personales que cada miembro atraviesa y la afinidad de esas otras vidas involucradas. Por ello Rubio Zapata insiste en recordarnos que un grupo es apenas un momento determinado en la vida.
¿Recomendaría yo involucrarse alguna vez en un proceso así? Creo que sí, no sin antes de enlistar las advertencias que, como hemos visto, otros directores también sienten necesidad de abordar. No son procesos fáciles, implica que muchas veces se tendrá que volver hacia atrás, implica también mucha fe en el proceso y en el equipo con el que elegiste crear. Son, sin embargo, procesos entrañables, procesos que se entrelazan con la vida de maneras inesperadas, procesos que resuenan de forma distinta. En fin, haga creación colectiva, pero siempre bajo su propio riesgo.