Cultura y Pop: Gary Oldman en Internet

Opinión
/ 15 octubre 2024

Para algunas personas de mi edad, se ha convertido en un deporte quejarse de internet. Cuando los escucho, a veces me rasco la cabeza, pero la mayoría de las veces me río.

Es fácil acostumbrarse a lo bueno, pero recordemos que allá por por el año 2000 internet apenas despegaba. La mayoría de la gente todavía no sabía lo que era el correo electrónico. Google no tenía ni dos años. Amazon comenzaba lentamente a aumentar su oferta más allá de libros y videos, pero Wall Street aún no veía claro que algún día sería rentable. La poca gente que se conectaba a Internet lo hacía a través de un módem. Y faltaban siete años para que llegara la revolución del primer smartphone, el iPhone.

Nadie sabía muy bien para que servía internet, pero las expectativas eran altas.

Por aquel entonces, los responsables de marketing de BMW se dieron cuenta de que los pocos usuarios que ya existían, estaban empezando a usar internet para buscar información y comprar productos. Y se preguntaron qué podían hacer para que cierto tipo de clientes —cultos, ricos, sofisticados— visitaran su sitio web.

Ese tipo de clientes, concluyeron, solía estar interesado en arte y cultura. Para atraerlos, los responsable de márketing de BWM propusieron una idea inusual, que sin embargo fue aceptada, probablemente porque nadie sabía muy bien para que servía internet. Así, entre el 2001 y el 2002, BMW produjo y filmó una serie de ocho cortometrajes dirigidos por cineastas de renombre y protagonizados por actores famosos, que sólo podían verse en su sitio web.

El conjunto de los ocho cortometrajes se conoce como “The Hire” (algo así como “El Empleado”), y su trama sigue el mismo patrón. Un personaje conocido como The Driver (El Conductor) es contratado para transportar a una persona o una carga importante, y tiene que evadir a los antagonistas que lo persiguen. La herramienta elegida por The Driver para cumplir su misión es, por supuesto, un auto BMW.

Me topé con estos cortometrajes hace años, mientras preparaba una serie de clases sobre el uso de storytelling para crear un aura alrededor de productos comerciales. Y esta semana volví a verlos, para ver si uno de ellos era tan bueno como lo recordaba.

El cortometraje final de la serie original (BMW añadió una coda en 2016) se llama “Beat The Devil” (“Derrota al Diablo”) y fue dirigido por Tony Scott (un director injustamente poco valorado). En él, James Brown le vende su alma al diablo a cambio de fama y fortuna, pero años después, frustrado por el efecto de la vejez en su cuerpo, quiere renegociar los términos de su acuerdo. Así que contrata a The Driver (Clive Owen) para que lo lleve a su junta con Rey de las Tinieblas — que no podía sino ser inglés, vivir en Las Vegas, y tener como guardaespaldas a Machete (el fantástico Danny Trejo.)

Pequeño paréntesis: la idea se basa en la leyenda de Robert Johnson, quien supuestamente vendió su alma al diablo en una encrucijada cerca del Mississippi a cambio de éxito musical. Mencioné esta leyenda hace algunos columnas cuando hablé del escritor Elmore Leonard: gracias a internet, todavía puede leerla. O puede escuchar en Spotify la canción “Higg Bossom Blues,” donde Nick Cave lo menciona. O mejor aún, puede consultar directamente la página “Robert Johnson” en Wikipedia.

Volvamos al cortometraje de BMW. La razón por la cual lo recordé es porque acabo de terminar de ver, también en internet, la cuarta temporada de “Slow Horses,” una inusual serie de espías basada en la serie de libros Slough House del escritor inglés Mike Herron, y que durante cuatro semanas me hizo olvidar el chingoteo diario y el frío del otoño en Holanda, mientras la veía durante la noche acostado en mi cama.

Quien ha actuado en teatro sabe que, mientras en el escenario que la audiencia ve casi todo es brillo y glamour, el backstage suele ser un lugar caótico y lleno de gritos, repleto de personas que se quejan de todo y se apuñalan unas a otras. Lo que hace Slow Horses es precisamente mostrar el backstage de las series de espías tipo James Bond. Sería por sí misma una serie muy divertida, pero como su papel principal está a cargo de Gary Oldman —el tipo de actor al que se pone solo en un escenario completamente vacío, y lo llena— la serie simplemente se eleva a otro nivel.

¿Ya adivinó quién hace de Diablo en “Beat The Devil,” y se roba el show?

Para algunas personas de mi edad, se ha convertido en un deporte quejarse de internet. Cuando los escucho, a veces me rasco la cabeza, pero la mayoría de las veces me río. Internet ha traído acceso a tanta información, libros, películas, series, entrevistas, noticias, videos, y creatividad, que la idea de que la vida era mejor antes de que existiera me parece tan descabellada como extrañar al caballo como principal medio de transporte.

”Beat The Devil” es una pequeña joya donde se puede ver a un actor —y a un magnífico director— en plenitud de sus poderes. Y se habría perdido hace mucho tiempo, si no fuera porque sigue disponible, y gratis, en YouTube

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