¿Da igual la desigualdad salarial? A propósito del Día Internacional de la Igualdad Salarial...

Opinión
/ 18 septiembre 2022

Hoy, por tercer año consecutivo, se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial. Así lo determinó la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante el acuerdo A/RES/74/399, en el que se declaró el 18 de septiembre para la observancia de la igualdad salarial a partir de 2020. Esto es con el objetivo de reafirmar el compromiso de lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. En lo particular para lograr la igualdad salarial y promover la adopción de más medidas que permitan alcanzar la igualdad de remuneración para todas y todos.

Pero ¿a qué nos referimos al hablar de igualdad salarial? En pocas palabras, significa que todas las personas puedan acceder a la misma remuneración por trabajos de igual o similar valor. La diferencia entre el sueldo que reciben hombres y mujeres en el mismo sector laboral y bajo las mismas condiciones se le llama brecha salarial de género. Es importante contemplar algunos factores que influyen en la brecha salarial, como comparar la ocupación femenina y masculina en puestos directivos, la continuidad en el crecimiento profesional, la maternidad como motivo de discriminación laboral, etcétera.

Para dimensionar la magnitud del problema de la brecha salarial y la urgencia de promover la igualdad laboral es preciso retomar lo que dice la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; esta señala que la percepción de un salario menor por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral, constituye una forma de violencia económica. La igualdad de remuneración es un derecho humano para todas las mujeres y todos los hombres. No sólo se trata de que todas las personas alcancen un salario igual por un trabajo igual, sino también aplica para aquellos trabajos diferentes, pero que objetivamente tienen un mismo valor.

La desigualdad salarial se ve reflejada en la poca o nula remuneración que reciben aquellas actividades que por cuestiones de género se han feminizado; limpiar la casa, cocinar, hacer las compras o cuidar de niños, personas con discapacidad y adultos mayores se les ha asignado un salario bajo porque se considera de poco valor, y si se trata de la casa propia y el cuidado de familiares, la carga de cumplir con estas actividades es sin remuneración debido a que por costumbre las mujeres tienen esa responsabilidad. Esta carga doméstica y de cuidados influye en el desarrollo profesional de las mujeres. A algunas les impide alcanzar puestos importantes, mientras que a otras para tener horarios flexibles que permitan cumplir con estas actividades las empuja al empleo informal o al autoempleo (sin protección laboral en ambos casos).

Existen vastos informes e investigaciones en los que se expone la situación de violencia y discriminación en contra de las mujeres. El Informe sobre la Brecha Global de Género 2021, realizado por el Foro Económico Mundial, informó que el nivel de desigualdad en el mundo indica que las mujeres cobran 63 por ciento de lo que ganan los hombres, lo que se traduce en una brecha salarial del 37 por ciento. La igualdad material para todas y todos es un tema de política pública y se está trabajando para lograr avances en contra de la brecha de género. Un ejemplo de esto es lo que el Banco Mundial informó en 2012, señalando que en los últimos tres años las leyes y regulaciones que desfavorecen la oportunidad de una remuneración justa para las mujeres han sido las más reformadas con la finalidad de propiciar la igualdad salarial.

También en nuestro País se está legislando para garantizar equidad y paridad en la toma de decisiones. Para eliminar la brecha de género, la Comisión de Igualdad de Género en conjunto con el Senado de la República y la Cámara de Diputados han impulsado reformas en las leyes generales de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; de Transparencia y Acceso a la Información Pública; para la Igualdad entre Mujeres y Hombres; la Ley de Cámaras Empresariales y sus Confederaciones, la Ley del Seguro Social, entre otras. A pesar de estos esfuerzos institucionales, el panorama es desalentador; según el Informe Global de Brecha de Género 2021, la pandemia de COVID-19 impactó de forma negativa acentuando la desigualdad entre mujeres y hombres. Se estimaba que la eliminación de la brecha salarial se lograría en 99.5 años, pero los datos pospandémicos indican que ahora está a 135.6 años.

Si bien las mujeres han logrado incorporarse cada vez más en el mercado laboral, esto no precisamente se traduce en un avance. El progreso de la igualdad de género se ve frenado por la persistencia de la discriminación histórica y estructural en contra de las mujeres. La lucha por la igualdad salarial implica implementar prácticas que favorezcan el desarrollo profesional de todas las personas trabajadoras, así como reconfigurar las estructuras familiares para que así las mujeres gocemos de forma digna y justa del derecho al trabajo.

La autora es auxiliar de investigación del Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia Interamericana de Derechos Humanos

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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