David Ostrosky y Joel López Arriaga
Así como agosto se caracterizó entre otras cosas por los festejos alrededor del Día Nacional del Cine Mexicano el pasado martes 15, la segunda quincena del mes trajo sensibles fallecimientos de dos de sus creadores.
El primero de ellos se dio el miércoles 17 de agosto y correspondió al del primer actor David Ostrosky a los 66 años luego de una prolongada enfermedad y quien aunque fue conocido particularmente por su trabajo en telenovelas en las que se inició en la primera mitad de la década de los 80, el cine le dio la bienvenida a inicios de los 90 bajo la dirección del cineasta coahuilense Mario Hernández en una de sus últimas películas protagonizadas y producidas por el actor y cantante Antonio Aguilar, “Triste Recuerdo” (1991), en la cual también participaron su esposa Flor Silvestre en la última película de su filmografía así como de los primeros actores Manuel Ojeda, María Rojo, Jorge Fegan y Alicia Montoya.
Al año siguiente, Ostrosky estrenó la mayor ganadora de premios Ariel de su año, “Como Agua para Chocolate”, de Alfonso Arau, filmada en su totalidad en escenarios naturales de Ciudad Acuña y Piedras Negras, Coahuila, donde si bien su personaje es pequeño es importante para el desarrollo de la trama como el patriarca de la familia que posteriormente encabeza la imponente matriarca que interpreta Regina Torné. De las últimas participaciones en el Séptimo Arte que tuvo David Ostrosky fue en otra película ganadora de Arieles, la comedia “Morirse está en hebreo” (Alejandro Springall, 2007), protagonizada por los primeros actores Blanca Guerra, Sergio Klainer, Martha Roth, y Guillermo Murray.
La semana pasada fue el cine coahuilense el que perdió a uno de sus más entusiastas creadores y promotores: el actor y dramaturgo Joel López Arriaga, a quien tuve tuve la oportunidad de tratar personalmente al dirigirlo en mí ópera prima de 1998 “El Esqueleto”, donde también actuó el primer actor coahuilense Amado Ramírez (“Como Agua para Chocolate”); en, sus grupos teatrales en Saltillo encontré a la protagonista femenina juvenil de mi segundo largometraje “Las ladrilleras” (2006), Marisol Padilla, y para mi largometraje documental “Nadie es libre” (2013) me proporcionó información relevante para su desarrollo sobre la protagonista del mismo, la prestigiada dramaturga también coahuilense Nancy Cárdenas, ya que fue su alumno en la Compañía Estatal de Teatro que Nancy creó a inicios de los 80.
Joel hizo estudios también en la Universidad Autónoma de México; fue el primer delegado de la Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM) en Coahuila donde además de mantenerse activo fomentando los grupos teatrales que dirigió desde 1987 lo hizo también en años recientes como director y productor de cortometrajes junto a su hermano Jesús siendo uno de los últimos bajo la dirección de este último “La invitación”, protagonizado por la actriz saltillense Siddartha Galván, de los últimos posts que hizo en su página de facebook anunciando su próximo estreno al pasado julio.
Hablando de los últimos posts de su página de Facebook, Joel los compartió el 14 de agosto pasado: primero la invitación a conocer la Cineteca Nacional de las Artes que se inauguró precisamente el Día Nacional del Cine Mexicano en la Ciudad de México, y poco después uno en el que escribió: “Se debería debatir sobre la ley del cine coahuilense. ¡Se hizo con las patas!”. La mejor manera de recordarlo es, como el prolífico creador que fue, a través de su obra y haciendo caso a propuestas combativas como esta. Joel falleció a inicios de la semana pasada todavía muy joven en el sexto piso de su vida como David Ostrosky. Descansen en paz.
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