Salió a la luz un video, de hace unas semanas, que muestra al (todavía) ministro de la Suprema Corte, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, en una conferencia en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, dentro del marco de las celebraciones de los 100 años del posgrado de derecho (LLM).
El ministro Gutiérrez Ortiz Mena es graduado de esa escuela y es considerado un exalumno sobresaliente, de ahí que lo hayan invitado a ese foro que proporcionó material para una caja china más y otra muestra de que el gobierno en turno parece tener la piel delgada y la confianza y autoestima muy dañadas.
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El ministro provocó la risa de algunos asistentes cuando comentó, con cierto tono burlón, que ahora para poder ser considerado como candidato a ministro de la Suprema Corte, el aspirante debe tener, entre otros requisitos, un promedio, en términos americanos, de 3.0 (sobre 4.0) que equivale a cerca de 8.5 sobre 10 y obtener cinco cartas de recomendación de sus vecinos.
Cual relojito, como si se tratara de una prioridad nacional y uno de los 100 temas más relevantes para el país, la presidenta Sheinbaum se puso el saco, se mostró ofendida y declaró tan enérgicamente como su personalidad lo permite que “de los mexicanos nadie se burla”. Dirigió su enojo contra la Universidad de Harvard, no contra los individuos que se rieron (muchos de ellos mexicanos), sino contra “la marca” Harvard en una estrategia habitual del morenismo que busca hacerse de enemigos poderosos (reales o imaginarios) para así poder ponerse el disfraz de víctima.
Supongo que ahora habrá que pedirle a John C.P. Goldberg o a Alan Garber, encargados de la Escuela de Leyes y de la Universidad de Harvard, respectivamente, que emitan un comunicado dirigido a México, pero de preferencia a la señora Presidenta, pidiendo disculpas por haber organizado un evento en el que alguien encontró algo gracioso sobre las “reformas” que se están cocinando en México. No sé, tal vez los señores Goldberg y Garber esperarán a ver si España se anima antes a poner la muestra y así evaluar qué tal funcionaría eso de pedir disculpas.
Y así fue como el tema Harvard ocupó ancho de banda en la agenda nacional y como la misma presidenta, con una reacción que pudo y debió evitar, generó aún más “burlas” sobre el tema de la burla. Saltaron en Twitter múltiples comentarios acerca de lo que sí es verdaderamente una burla hacia los mexicanos, y el Gobierno, la Presidenta y su partido no salieron bien librados.
@jabazmonero publicó una caricatura de la senadora morenista, Martha Mícher, que también se mostró profundamente ofendida por lo de Harvard, diciendo que “nadie se va a burlar del pueblo de México”, seguido de “...para eso estamos nosotros”. Alguien más agregó texto a una foto de la Presidenta diciendo “¡nadie se burla de México, sólo López Obrador y yo, nadie más!”. Alguien más le aclaraba a la presidenta que quienes se rieron en Harvard no se estaban burlando de México, sino de “ella y su secta de políticos bananeros”.
Así, lo relevante en estos días fue una conferencia y unas risas de hace un mes en Boston y no la inseguridad en México, los coches bomba en Guanajuato, la economía que no levanta, la crisis política que se avecina, el nearshoring que está tan náufrago en la agenda de la autoridad que parece que se ha convertido en “naufrashoring”, la complejidad de la relación con Estados Unidos, gane quien gane, entre otros temas que debieran merecer un poco más de atención.
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La burla, calibre Harvard, me hizo pensar en cuáles sí serán temas que efectivamente nos deberían ofender y que tendrían que ocupar espacio en la mañanera, en la agenda del ejecutivo y del legislativo. Aquí algunas propuestas de burlas reales que seguro ofenden mucho más a millones de mexicanos y deberían ofender a focas aplaudidoras, a la oposición que nomás no levanta, a los comentaristas, periodistas, a funcionarios de todos los niveles, a políticos que tienen todavía algo de sentido de la responsabilidad del servicio público:
Declarar que la seguridad mejora, que el plan de AMLO dio resultados y hay que mantenerlo. Que las policías y cuerpos de seguridad en todos sus niveles sólo vayan por infractores menores y no por peces gordos. Decir, sin reírse, que tenemos un sistema de salud como el de Dinamarca. Ofenderse por el nepotismo, ineptitud y corrupción de la acera de enfrente y del pasado, pero no del que hay dentro de casa hoy. Montar un video de un tren que va al aeropuerto cuando este tren no existía ni existe. Que a corruptos y a narcos sólo se les persiga y juzgue en otros países. Que las leyes de competencia no se cumplan, ni hagan cumplir. Tomar decisiones con consultas a mano alzada o con tómbolas. Que se maneje un país a base de otros datos. Que la economía no crezca ni al 1 por ciento anual o que otros países nos hayan dejado atrás en PIB per cápita los últimos 40 años.
Que siga el amiguismo y contubernio con los de siempre. Alcaldes que no pintan carriles o sincronizan tres semáforos, pero aspiran (y llegan) a puestos más importantes. Tener un Poder Legislativo que es un brazo de un partido. Tener y mantener partidos como el Verde o el PT. Mantener políticos chapulines. Presumir obras faraónicas como terminadas y operando cuando tienen 80 por ciento de avance y no producen. ¿A ti, qué te ofende? ¿Cuándo sientes que se burlan de ti?