Desmontando al superpeso con peras y manzanas para Banxico
A fines de 2021, el mundo reabría después de la pandemia más grave en 100 años. Las aerolíneas anunciaban la reapertura de vuelos. Después de casi dos años que los viajes, de negocios y placer, se habían suspendido en prácticamente todo el mundo, la gente sentía que necesitaba viajar, explorar, aprovechar el tiempo que le quedaba en este mundo. La expresión “YOLO” (You Only Live Once) se puso de moda y muchos tomaban muy en serio ese acrónimo de “sólo vives una vez”.
Quienes se dedicaban al turismo, los que sobrevivieron, con o sin apoyos de sus gobiernos, se alistaban para recibir a la ola de viajeros que se esperaba después de esa tormenta llamada COVID. Las cadenas hoteleras internacionales, que sufrieron grandes pérdidas durante la pandemia, estaban listas para recibir a los viajeros de siempre y a muchos más que tradicionalmente no habían estado en su lista de clientes.
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Con ese entusiasmo de haber sobrevivido la tormenta y de ver que su sector revivía más fuerte que antes, dos familias en lados opuestos del planeta veían que su suerte estaba a punto de cambiar. Juan y Julieta Reséndez, padres de 4 hijos menores de 20 años, propietarios de un hotel de los denominados “boutique” en ese pueblo mágico de moda en el centro de México; así como Kenji y Mika Tanaka, hijos de sobrevivientes de Hiroshima y dueños de uno de los más pintorescos hoteles en Kyoto, con fácil y conveniente acceso a los famosos templos budistas, estaban listos para aprovechar esta oportunidad. Sin saberlo y sin conocerse, ambos estarían peleando por los mismos clientes, principalmente estadounidenses, aunque también clientes nacionales con cierto poder adquisitivo, que estaban tomando el YOLO muy en serio.
Así, empezaron a ver cómo sus hoteles recibían viajeros y el negocio empezaba a enderezar el rumbo. Japón unos meses más tarde que México, ya que tardaron más en reabrir sus fronteras a los viajeros, pero en ambos casos, el interés por visitar estos destinos empezaba a regresar a niveles prepandemia.
En diciembre de 2021, la noche de hotel con los Reséndez costaba 4 mil 500 pesos en promedio, unos 217 dólares a un tipo de cambio de 20.7 pesos por dólar. Los Tanaka cobraban la noche en alrededor de 40 mil yenes, unos 350 dólares al tipo de cambio de 114 yenes por dólar. A esos precios, y con ocupación habitual, ambas familias tenían un negocio razonablemente rentable y del cual podían vivir con cierta comodidad. Después de todo, su pasión era el servicio al cliente y el tener un hotel que trascendiera por generaciones.
De pronto, por los siguientes dos años, el mundo vivió una serie de eventos y circunstancias que generaron inflación atípica en muchos países, ajustes en tasas de interés, así como movimientos en los tipos de cambio. Como casi todos nosotros, ni los Tanaka ni los Reséndez sabían mucho de economía, tasas de interés o tipos de cambio. Ellos sólo sabían que la gran mayoría de sus costos eran pagados en yenes y pesos, respectivamente. Los salarios del personal, los alimentos que servían en su restaurante, la electricidad, el gas, los impuestos.
De enero de 2022 a 2024 la inflación en sus países repuntó por encima de los niveles normales. En Japón la inflación acumulada en esos poco más de dos años fue de un 7 por ciento en promedio, mientras que en México fue de 14 por ciento. Para poder compensar ese aumento en sus costos, ambos decidieron ajustar sus precios sólo por inflación. Así, los Reséndez tienen hoy una tarifa por noche de 5 mil 130 pesos y los Tanaka cobran 42 mil 800 yenes por noche. Sin embargo, los Reséndez tienen ya meses viendo que su ocupación se ha reducido del 80 por ciento promedio a cerca del 50 por ciento. Están preocupados, algo está pasando y no alcanzan a entender qué hicieron mal. Ven cada vez menos viajeros y muchos menos mexicanos. Su hotel era destino favorito de la gente acomodada de Monterrey, pero pareciera que ellos ahora están yendo a otro lado. Les llegó un rumor, de unos primos que viven en San Pedro Garza García, que hay muchos regios que están yendo a Japón y que hay un hotel en Kyoto que está de moda. A su vez, los Tanaka tienen lista de espera y les sorprende ver que una porción relevante de sus turistas es, además de americanos, mexicanos. ¿Qué estará pasando?
Sin deberla ni temerla, y sin haber cambiado su modelo de negocios, los Reséndez están entre la espada y la pared gracias al superpeso. El precioso hotel boutique de los Reséndez cuesta hoy 306 dólares (a un tipo de cambio de 16.72 por dólar). La tarifa diaria en el hotel de los Tanaka es de 287 dólares (a un tipo de cambio de 149 yenes por dólar). Para un turista americano, el hotel mexicano subió 41 por ciento, mientras que el de los Tanaka bajó 18 por ciento en dólares desde 2022. Al turista mexicano en 2021 le hubiera costado 7 mil 340 pesos (a 5.45 yenes por peso) hospedarse con los Tanaka, mientras que hoy le cuesta 4 mil 800 pesos (a 8.92 yenes por peso), una reducción de 35 por ciento.
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¿Habrá alguien en Banxico, en Hacienda, en Economía, en el Gobierno entero o en las campañas que se anime a leer esto y preguntarse si lo que se está haciendo con el tipo de cambio es razonable? ¿Qué le dirían a los Reséndez o a cualquier PYME si fueran a pedir orientación? ¿Acaso los regañarían por no saber manejar su negocio?
Nota: Las familias y los hoteles son imaginarios, pero el problema del superpeso no. Es tiempo de actuar.