Dividir y vencer
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Al decir de Saramago: “Los fascistas del futuro no van a tener aquel duro gesto militar. Van a ser hombres hablando de todo aquello que la mayoría quiere oír. Sobre la bondad, familia, buenas costumbres, religión, ética. En esa hora va a surgir el nuevo demonio, y sólo pocos van a percibir que la historia se está repitiendo”.
Los síntomas descritos arropan el panorama nacional en el que un hombre por 12 años buscó la presidencia, pero al encontrarse con ella le resultan pocos los días de su mandato.
La figura de la revocación de mandato es inconstitucional, lisa y llanamente fue agregada por los legisladores de la 4T en vías de apuntalar un maximato de López Obrador hasta donde la salud le alcance.
Para efectos de la figura, el INE tiene una definición: “Es el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza”.
La revocación puede llevarse a cabo al ser solicitada por el 3 por ciento de la ciudadanía bajo el argumento de “pérdida de confianza” del Ejecutivo Federal en turno, y sus resultados tendrán efectos vinculatorios u obligatorios sólo si participa el 40 por ciento de las personas inscritas en el listado nominal.
En resumidas cuentas, la revocación de mandato es una figura legal que debe ser utilizada en exclusiva al momento de presentarse una crisis de Gobierno y no como un simple ejercicio democrático para confirmar o no la popularidad de un presidente.
Distintas voces se enfrentan en relación con la posición de votar o abstenerse en esta acción, que no es una elección sino es una calificación por la manera en que fue hecha la pregunta en la boleta.
Los analistas políticos señalan que no es bueno votar porque en el fondo lo que quiere López Obrador es convertirse en el gran elector para el 2024 y tener a su vez la excusa perfecta para que, en el caso de no funcionar las cosas, pueda alegar la ampliación de mandato por decisión del pueblo, además de que López fue electo para un periodo de 6 años, sin necesidad de esa consulta por no tener base legal de un estado de crisis que la justifique.
Los analistas jurídicos refieren que se trata de una trampa ya que, cualquiera que fuera el resultado, López Obrador gana; si no votan 38 millones de personas, la consulta no es vinculatoria y López se queda; si vota una cantidad mayor, con los aliados de Morena el resultado sería favorable al Presidente y la oposición contribuiría a hacerla vinculatoria y, por ende, cabría la posibilidad de empezar a hablar de una ampliación de mandato.
Lo cierto es que si usted prefiere que se cumpla el mandato constitucional de una elección a 6 años, entonces no salga a votar, ese es el dilema.
Al fin de este ejercicio se vislumbra un posicionamiento de gobernadores para el juego sucesorio de 2024 y un espejo que reflejará la triste realidad de la 4T. La sentencia está dada: “No me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.