¿Dónde dejé mi libertad?
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He decidido ser bueno por voluntad propia, sin el soborno del cielo.
-George Bernard Shaw
Alguien añadió, “Y sin la amenaza del infierno”. Hay una razón caracterológica por la cual la frase de George Bernard Shaw me resuena. Y, aunque no tengo claro si realmente soy una buena persona, cuando soy buena (lo que considero buena), no es por recompensas. Hacer bien o mal, tal como lo entendemos, tiene que ver más con la libertad que con la moral.
Una vez le hice un favor a un amigo, y él me dijo, “Te vas a ganar el cielo. Te debo una”. Le respondí que no hago lo que hago por ganarme cielos de ningún tipo. Ahora que lo cuento, suena muy arrogante y soberbia de mi parte. Y no negaré que soy ambas cosas. Más bien aclaro que mi reflexión me llevó a considerar que generalmente cuando hago cosas buenas o ayudo, no estoy esperando satisfacción más allá de ver resuelto una situación de alguien que en el momento me importa. Estoy consciente, al mismo tiempo, de que a veces debería, seguramente, estar poniendo más atención en mis propias necesidades y satisfacciones. Sí, lo tengo claro.
Sin pretender tener la autoridad moral de nombrar bien y mal, entiendo la frase de George Bernard Shaw en el sentido de que, si nos “portamos bien” por recompensa, no somos buenos. Y, puesto que hemos vivido sujetos a un sistema patriarcal y religioso que nos rige por leyes diseñados para forzar “la bondad”, me parece que caemos en la categoría de seres entrenados bajo las promesas de recompensas y la evidente contraparte, el castigo. Y eso, nos quita toda libertad.