Ecos del segundo debate entre Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Álvarez Máynez

Opinión
/ 30 abril 2024

Los informados o interesados en la política están muy atentos de los debates de candidatos. Minoría que no es intrascendente, pero electoralmente con poco impacto inmediato en las intenciones de voto. La mayoría de los observadores vio ganar a Xóchitl frente a Claudia; sin embargo, hay que esperar porque las opiniones de los más se producen a partir no de lo que sucedió, sino de lo que otros dicen que aconteció. De cualquier manera, es consenso de que Xóchitl mejoró y que Claudia fue consistente en su defensa de López Obrador, reproche de los suyos que encaró en el primer encuentro.

Jorge Álvarez Máynez fue clara y calculadamente funcional a la causa del régimen. Dos casos lo muestran, la referencia con nombre a los gobiernos de Peña Nieto y Felipe Calderón, no así al actual presidente. Para él malos gobiernos son los de Guanajuato y Chihuahua, no así Zacatecas, Guerrero, Michoacán, Chiapas y muchos otros a cargo de Morena. Máynez mejoró porque cumplió bien con el diseño de su líder nacional, Dante Delgado y de su patrocinador, Samuel García de jugarla de esquirol de la oposición; sin duda, lo hizo mejor que en el primer debate.

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Un saldo positivo del segundo debate es que una parte de los observadores regresa a la tesis de que hay incertidumbre en el resultado de la elección. Empiezan a ver que las encuestas no registran la realidad porque, como lo hemos dicho desde hace meses, no dan cuenta de una parte de la población, la mitad en encuestas presenciales, que no responden por miedo a perder el beneficio monetario de los programas sociales, por descontento y desconfianza y, también, en algunos, por desinterés. A más de un mes, los encuestadores pierden credibilidad sobre la confiabilidad de sus resultados. No habrá día de campo para Morena, tampoco disculpa de los encuestadores.

El resultado de la elección es incierto, no por lo que haya acontecido en el segundo debate, sino porque siempre ha sido así y como tal se habrá de llegar a la elección. No hay manera cierta de anticipar el resultado y la idea de que si los votantes salen a sufragar, particularmente en las zonas urbanas densamente pobladas, la pluralidad habrá de regresar al Congreso y si el voto local se proyecta a lo nacional podría darse la alternancia en la Presidencia de la República. Lo que quiere decir que los protagonistas de la elección no son los candidatos, tampoco los partidos, ni siquiera López Obrador, sino los ciudadanos.

Lo local habrá de proyectarse en lo nacional por la dinámica de las elecciones de ayuntamientos y de las de ejecutivo local en las nueve entidades con esos comicios. Lo nacional beneficia a Claudia Sheinbaum, por eso su mensaje de cierre de votar parejo. Por su parte, Xóchitl debe emprender una estrategia regionalizada para beneficiarse de la competencia local, además la bala de plata que debe utilizar, última llamada, es la impunidad.

Efectivamente, el dilema que enfrentará el elector es la impunidad o la rendición de cuentas. La reforma constitucional del régimen de clara factura autocrática lleva al régimen de la impunidad, sin un Congreso que cumpla con su tarea de contrapeso al excluir en la integración a la pluralidad, con una Corte sometida al presidente, con un Poder Judicial Federal politizado a favor del gobierno, con la continuidad de los abrazos a los delincuentes bajo la falsa tesis de que la pobreza es el origen de la criminalidad. La impunidad es la causa originaria de los grandes problemas nacionales, no de ahora, sino de siempre. La bala de plata da en la línea de flote del barco obradorista por la corrupción, la inseguridad o el abuso del poder.

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El segundo debate despertará el optimismo opositor y de quienes desean la derrota del régimen. También habrá de obligar al presidente López Obrador meter el acelerador a fondo lo que significará acentuar los términos y el abuso propio de la elección de Estado y dejar que los criminales sigan imponiéndose en amplias zonas del país.

La secuela del segundo debate bien puede ser trampa para la oposición en el sentido de perder claridad de que se está en el marco de una elección ilegal por la inseguridad y el intervencionismo del presidente y de los suyos, por el financiamiento irregular. Unos y otros convalidan la normalidad de la anormalidad.

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