El alimento de AMLO: sus adversarios

Opinión
/ 24 enero 2024

Andrés Manuel López Obrador se alimenta de sus adversarios, los necesita. Cuando éstos se repliegan o encuentran otros frentes, Andrés busca nuevos o viejos adversarios, porque necesita seguir alimentándose. Si la estrategia del momento le dice que ya dejó de redituar una pelea con determinado adversario, tal pleito debe desaparecer, así sucedió con Xóchitl y con otros muchos. Pero la necesidad de alimentarse no cesa, el hambre es mucha y debe satisfacerse.

En ciertas ocasiones los adversarios son nacionales; en otras, extranjeros. Pueden serlo personas particulares, como Loret de Mola o Calderón, por mencionar dos casos bien notorios, pero también puede tratarse de personajes en abstracto, los conservadores, los neoliberales, las feministas, la llamada “sociedad civil”. Él sabe bien a quienes se dirige, por eso no le importa hacer una equívoca mescolanza. Sabemos de sobra que conservadores y liberales fueron rivales a lo largo de todo el siglo XIX. Ganaron los liberales. Hoy, la rivalidad es otra.

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En el frente internacional gusta de pelear con personajes concretos, si pueden ubicarse como de centro o derecha, mejor para él, como la presidenta de Perú o el de Argentina. Pero cuando el desacuerdo o la falta de deferencia viene del flanco izquierdo, no sabe qué hacer, cómo reaccionar. Se siente incómodo con Lula de Brasil, con Mújica y con el chileno Boric, con quien lo separa una brecha generacional enorme. Le irrita mucho que otras figuras le hagan sombra. Andrés se siente más cómodo con el cubano Díaz Canel, con Maduro de Venezuela y con el nicaragüense Ortega, de su misma generación, con esa añeja izquierda no democrática que, además, no le hacen sombra porque necesitan de él, cosa que no sucede con la moderna izquierda democrática de Chile, Uruguay o Brasil.

Si fuera por él, preferiría esquivar todo trato con los gobernantes de Estados Unidos, Canadá y Europa, frente a ellos su incomodidad es patente. No sólo es cuestión de compartir protagonismos, simplemente, no sabe qué decir, hay callos que, sabe bien, no debe pisar, mejor no pelear. Poco importa que los socialistas de España quieran tener una buena relación con él, ellos hablan un lenguaje político distinto y, como no se entienden, prefiere replegarse a terrenos conocidos y generar un pleito que lo alimente, así sea necesario remontarse varios siglos atrás.

Para AMLO, el resto de Europa es un misterio. ¿Qué decir del resto del mundo, tan distante y “exótico”?. Que Marcelo se encargue, y mientras regresa de la campaña con Claudia, que se haga cargo la canciller. Pero no puede evadirse, por más que quiera, del trato con los vecinos inmediatos, del norte y del sur. Hacia el sur topó con Bukele, la relación duró medio día. Bien asesorado, prefirió soslayar porque ese pleito no iba a redituarle ganancia y sólo iba a indigestarlo. Veremos cómo se lleva con Arévalo de Guatemala. Es un político serio, de izquierda que encara un reto enorme con problemas complejos e interminables.

Hacia el norte tiene que apechugar con Trudeau de Canadá. Lo ve poco, ríen y cumplen con el requisito de un encuentro anual. La dinámica bilateral corre por su cuenta, los mandatarios salen sobrando. La brecha política, ideológica y generacional es tan grande, que apenaría a Trudeau padre o a Luis Echeverría Álvarez, padre político de Andrés Manuel.

Estados Unidos es inevitable, pareciera ser una dinámica difícil, pero en realidad es la más fácil. Andrés Manuel se sabe indispensable. Critica a los Estados Unidos en abstracto, provoca a enemigos pequeños y así se alimenta sin pisar callos delicados, se arropa del generalizado sentimiento nacionalista mexicano, mientras pacta todo en lo oscurito. La relación bilateral México–Estados Unidos es un estira y afloje permanente.

De hecho, pactar en lo oscurito funciona, particularmente con un gobierno demócrata que ha sido su mayor bendición, pues lo salvó de Trump, frente a quien, de plano, nunca supo reaccionar. Son tan parecidos, creo, que fue el único con quien optó someterse. A cambio, recibió sus beneficios.

Andrés Manuel va de salida. Será cada vez menos importante. Desde ahora hasta que se repliegue a su finca, seguirá buscando alimentarse de la confrontación. Es lo único que sabe hacer. Construir es tedioso, técnico, de eso poco o nada entiende.

X: @chuyramirezr

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