El asteroide que se nos viene

Opinión
/ 13 febrero 2025

Me pregunto cuál de nuestros líderes saldrá con la mayor pendejada de todas... Tengo tres candidatos: el Papa Francisco, Donald Trump y la Gerenta del Obradorato

El Vietnam de nuestra generación fue la pandemia de COVID. Algunos todavía despertamos a mitad de la noche con pesadillas de las compras de papel higiénico, la escasez de cerveza y el tapete nauseabundo y reseco que nos ponían en el supermercado para limpiarnos las patotas.

No alcanzamos aún a reponernos de aquello cuando ya se nos anunció la nueva amenaza que se cierne sobre nosotros −¡oh, la humanidad!−: El asteroide 2024-YR4, que no es sino una piedrota del tamaño de una cancha de futbol, flotando a la deriva en la fría inmensidad del espacio sideral.

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Las piedras en el cosmos son de lo más común. Nosotros mismos estamos trepados en una, misma sobre la cual comemos, dormimos, tenemos sexo y hacemos nuestras cosas de primates, desplazándonos a 2 millones de kilómetros por hora a través de la galaxia (y eso que ya casi se nos acaba la gasolina).

Pero la roca que hoy nos amaga ganó notoriedad cuando la gente inteligente hizo los cálculos pertinentes para actualizar su trayectoria y estimó que sus posibilidades de impactar a la Tierra se habían duplicado.

¡Hey! Que sólo pasamos del 1 al 2.3 por ciento, y aunque implica estrictamente más de dos veces el riesgo original, no deja de ser muy bajo.

Sin embargo, las posibilidades de ser golpeados por un asteroide o cualquier otro objeto son permanentes y cabe una alta posibilidad de que nos percatemos faltando meses para una inminente colisión, lo que ya no nos daría tiempo ni de reaccionar.

Sucede que la gente está muy pobremente versada en astronomía y no tiene una noción real de la escala interplanetaria, de las proporciones siderales, de las distancias en el espacio.

No es como echar un vistazo al infinito y decir... “pos se mira todo tranquilo, ahí se ven”. Nuestro más poderoso telescopio resulta diminuto escudriñando el cielo, como vigilar el océano a través de una cerradura.

El peligro que 2024-YR4 entraña es mínimo, pero no vaya siendo que algún tirón gravitacional, cortesía de alguno de nuestros planetas hermanos del sistema solar, o el choque imprevisto con otra piedra desvíe este guijarro vagabundo y adquiera la categoría de evento apocalíptico para nuestra azul y muy peloteada canica.

La Oficina para Asuntos del Espacio Extraterrestre de las Naciones Unidas (sí, existe) podrá ser considerada risible, innecesaria, un total despropósito... hasta el día en que se nos llega a ofrecer, desde luego. Será la encargada de coordinar los esfuerzos en caso de presentarse un peligro real y quizás de diseñar los protocolos pertinentes, aunque de presentarse un escenario de aniquilación total, ya sólo nos autorizará a contactar a nuestras exparejas para ponernos de acuerdo y darnos esa despedida pendiente, “como Dios manda”.

Poco más porque nuestros líderes mundiales estarán ocupados desplazándose hasta el búnker (siempre hay un búnker) para salvaguardarse y ser la esperanza del renacer de la especie. Yo no los envidio porque tendrían que convivir durante 15 años bajo tierra con el inmamable de Elon Musk. ¡Safo! Prefiero correr la suerte de los dinosaurios.

Muy a propósito de nuestros dirigentes, si por alguna eventualidad el 2024-YR4 se convierte en una amenaza real, me pregunto cuál de nuestros líderes saldrá con la mayor pendejada de todas, esa que nos mande al Más Allá pero con una amplia sonrisa, porque ese será nuestro consuelo, que al menos memes no han de faltar.

Tengo tres candidatos, a saber:

-Su Santidad, el Papa Francisco, que tiene un talento natural para salir con su batea de babas cada vez que la cosa se pone peluda. Sin ir más lejos, como cuando el covicho gacho.

¡Cuánto quiere apostar que nos sale con que oremos, mientras al muy pelotudo lo trasladan al búnker!

“¡Hombre, che, gracias, ni te hubieras molestado! ¡No sólo no invertiste un sólo centavo de las arcas vaticanas en la investigación y el desarrollo tecnológico para hacer frente a este cataclismo; sino que encima la Iglesia achicharró en la hoguera a todos los pensadores que se atrevían a cuestionar los dogmas de la época, retrasando mil años el conocimiento científico, que de habernos ahorrado el Oscurantismo quizás ahorita tendríamos los recursos y los conocimientos para salir de ésta! ¡Ándate mucho a comer bife de poron*** y los rezos guardátelos en el ort***!”.

-Donald Trump, otro probado hombre de ciencia tal como lo demostró también durante la pandemia (cuando sugirió beber cloro o inyectarnos rayos UV), tiene soluciones rápidas para afrontar cualquier crisis, no olvidemos que es un populista de primera.

El despreciable esperpento supremacista primero rebautizaría el asteroide para que en vez de 2024-YR4 ahora se le conozca como el “POTUS-Dick-ONE” en alusión a su virilidad porque no es como que Trump sea para nada un narcisista acomplejado.

“It’s huge, yes... An enormous big fat motherfucker asteroid and it’s gonna fuck everyone of you”·.

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Acto seguido procederá a imponer un impuesto arancelario del 25 por ciento a todos los minerales importados del espacio exterior, para desanimar la llegada del asteroide o al menos tener contenta a toda la white trash que lo respalda.

A propósito de su mascota, Musk, prometería desarrollar un cohete para destruir al asteroide. Su cohete será tan inútil y feo como la Cybertruck que quizás sí termine por partir al meteorito, pero de risa.

-Por último, pero no por eso menos brillante, la Gerenta del Obradorato, la doctora Ivermectina, la científica anticiencia, tendrá listos −como ya es costumbre de su régimen− un Plan A, Plan B y Plan C (aunque sin especificarlos jamás).

Y después de culpar a Calderón y al periodo neoliberal por la llegada del meteorito, lo rebautizará también con un nombre todo cursi y nacionalista como “El Chimalpopoca”, para que los más imbéciles de la secta salten de júbilo patriotero.

Finalmente le comprará −con el dinero del Infonavit− un lugar en el búnker a toda la primera plana morenista: Adán Augusto, Mario Delgado, las Ministras del Bienestar, el Noroñas, Monreal, la senadora −¡!−, Zaldívar (a Marcelo no, por menso) y, por supuesto, a todos los militarotes, “sacrificio indispensable para defender la soberanía nacional”.

-¿Y el pueblo bueno, doctora?

-¡El pueblo puede defenderse cantando el Himno Nacional! −responderá.

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