El condón

Opinión
/ 2 octubre 2021

¿Qué es algo que tiene el poder de salvar miles de vidas y de evitar incontables problemas de la humanidad? ¿Superman? No. ¿Un buen presidente? Menos. Es algo mucho más simple y, sobre todo, es real y no un producto de la imaginación. La respuesta es sencilla: el condón.

Aunque se ha utilizado desde hace mucho, fue hasta años recientes cuando se discutió abiertamente sobre su uso y efectividad, sobre sus ventajas y desventajas.

La sobrepoblación es uno de los principales problemas de México y del cual se derivan otros males, por ejemplo, la pobreza, el analfabetismo, la migración, la extinción de especies naturales, la insuficiencia de elementos vitales para el hombre como el agua y los alimentos.

A pesar de todas las campañas en pro de la planificación familiar, todavía se dan casos de familias con más de 10 miembros. Recuerdo una ocasión en que mi madre platicaba con la esposa de un campesino. En aquel entonces ella tenía cinco hijos y estaba esperando a su sexto. Mi mamá le dijo que ya eran muchos niños, que con la crisis era imposible mantener a una familia tan numerosa, que pensaran bien antes de planear otro embarazo. Ella le contestó tajante que no tenían nada qué pensar, simplemente se sometían a la voluntad de Dios e iban a tener los hijos que Él les mandara.

Estoy convencido de la existencia de Dios y de su inmensa benevolencia, por eso me es difícil creer que Él haya decidido que esa pareja de campesinos tuviera 12 hijos y que murieran tres de ellos a causa de una mala y escasa alimentación. Entiendo que para ellos fue difícil contener sus deseos, somos humanos y muchas veces nos guiamos por nuestros impulsos dejando que el instinto domine a la razón, pero no se le puede atribuir a Dios la responsabilidad del número de hijos que tengamos. Está en nosotros esa decisión y el uso del preservativo es un buen método para evitar los embarazos no deseados.

El condón no sólo puede solucionar problemas sociales, sino también es capaz de salvar la vida. Una de las enfermedades más terribles en los últimos años es el sida. Desde 1983, año en que se registró el primer caso de VIH en México, miles de seres humanos han muerto a causa de este mal en nuestro país. Según datos de la Secretaría de Salud de Coahuila, en lo que va de 2021 se han registrado 48 nuevos casos de personas infectadas por el VIH. Quizás la cifra no nos resulte alarmante, sin embargo, en verdad me preocupa que, con respecto al año pasado, hubo un crecimiento del 77 por ciento en casos registrados.

Lo más triste, es que la mayoría de los infectados o infectadas se encuentran en un rango de edad de 15 a 44 años.

Alarmante es que los jóvenes sean el sector más propenso a esta enfermedad. Cuando tienen toda una vida por delante, la muerte acaba con sus sueños e ilusiones. Desgraciadamente no hay una vacuna que impida el contagio, es por eso que el condón ha cobrado tanta importancia, pues utilizándolo de manera correcta, puede evitar que las personas sean infectadas por el virus.

En Honduras el problema es aún peor. Hace años tuve la oportunidad de estar en San Pedro Sula, ciudad considerada como la capital centroamericana del sida. Es triste la situación en este lugar. Miles de seres humanos viven con la certeza que morirán dentro de poco tiempo y esa falta de esperanza anula todo espíritu de superación.

En Honduras, si no se frena la propagación del sida, se calcula que para el año 2025 pequeños poblados completos de 5 mil o 10 mil personas serán borrados del mapa. Y todo por la falta de un pequeño e insignificante hulito.

Mucha controversia ha causado este pequeño objeto. Mientras unos lo critican, otros lo ven como una salvación. La Iglesia católica es uno de los principales opositores del uso del condón, pues lo considera como una práctica antinatural. A cambio recomienda otros procedimientos para evitar los embarazos o el sida, siendo el principal la abstinencia. Con el paso del tiempo se ha demostrado que este método no ha sido efectivo, y los casos de sida y de embarazos sorpresivos aumentan día con día.

Respeto a la Iglesia y a lo que ella representa, pero no estoy de acuerdo en su tajante prohibición al uso del condón. Comprendo que, si avalan esta práctica, de un modo justificarían el desenfreno sexual, sin embargo, en este caso, lo que en realidad está de por medio no son nuestras opiniones ni nuestras creencias, es sólo una cosa: la vida.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

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