El ‘eternobús’ y las falsas promesas
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Esta semana se anunció que autoridades estatales solicitaron, otra vez, una prórroga para concluir el proyecto del sistema de transporte del Metrobús Laguna. Otra vez una prórroga.
Las autoridades federales, esta vez, dieron un ultimátum: terminan en octubre de 2023 o hacen efectiva la cláusula y regresan 400 millones de pesos.
El Metrobús Laguna, por donde se vea, es un escándalo.
En noviembre próximo se cumplirán seis años del “arranque oficial”, aunque existen antecedentes de haber presentado el Análisis Costo-Beneficio ante autoridades federales en el año 2014.
Las autoridades estatales han jugado con el inicio de operaciones. Ya se ha perdido la cuenta de la cantidad de fechas que han dado para ponerse en marcha. La última gran promesa de las autoridades estatales era que para estas fechas ya estuvieran circulando los camiones.
Y hasta el gobernador Miguel Riquelme prometió hace meses que cada semana se evaluaría un cronograma para revisar los retrasos, avances y etapas.
Al menos públicamente no se ha informado nada en las sesiones del subcomité de Salud, así como tampoco se informó de la solicitud de prórroga que se había hecho.
El “eternobús” es una oda a la falta de compromiso, la irresponsabilidad, la falta de planeación, las falsas promesas, las mentiras, la burocracia, la ineptitud y la burla a la sociedad.
El juego de las múltiples fechas de inicio de la obra ha terminado por enterrar la poca confianza que se le tiene a las autoridades.
No hay persona que crea en el Metrobús. La fecha de octubre de 2023 es sólo un tramo para seguir buscando excusas a un proyecto fallido. Un proyecto que nunca tuvo cabeza ni pies.
En una observación de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) se señaló la necesidad de una actualización del estudio del Análisis de Costo-Beneficio con las variaciones en tiempo y monto, así como estudios correspondientes que sustenten el proyecto debido a que ya sobrepasó la vigencia de tres años.
No se hará.
AL TIRO
La pandemia nunca fue justificación, pues el proyecto debió terminarse antes de que se dispararan los contagios. Ahora que los casos y niveles de positividad han disminuido al grado de ya no requerir el cubrebocas, las autoridades se quedaron sin esa carta.
Pero, ante todo, el proyecto tiene hoy un rechazo social generalizado. El Metrobús ya no es políticamente rentable y eso sin duda será un costo de cara a las elecciones de 2023. No lo es, inclusive si llegara ese día en que se pusiera en marcha.
Toda la gente a la que se le pregunta por el Metrobús contesta con sarcasmo, burla o enfado.
Al proyecto, las mismas autoridades lo empantanaron de dudas, sospechas y hartazgo. Y ahora mismo hay un rechazo social a una obra que hasta ahora se ha convertido en un elefante blanco difícil de cargar.
Y mientras todos esperan a que haya claridad en el proyecto, los camiones, el plan de negocio y así como en las fechas, nadie le quiere invertir al transporte público actual, el cual, dicho sea de paso, está para llorar.