El juego de matar a los que pierden
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“Por lo pronto, ‘El juego del calamar”’se convierte en un éxito global a la velocidad de un disparo”.
1.- Una de las reglas más básicas de convivencia social que aprendemos desde muy pequeños es la prohibición de matar a otro ser humano. Las guerras, la pena de muerte y los dogmas en algunas religiones que lo justifican, son vistos como casos especiales y extremos. Pero salir a la esquina y matar a quien nos levantó la voz o castigar con un disparo en la cabeza a quién se pasa un semáforo en rojo, está absolutamente prohibido.
2.- Es por eso que, en nuestra civilización actual, nos impresiona tanto cuando alguien entra a una escuela o a un centro comercial y acciona un arma para matar a cuantas personas se le pongan enfrente. Y fue terrible la psicosis colectiva que vivimos cuando cayeron las Torres Gemelas en Nueva York. Presenciar un asesinato nos aterra porque nos recuerda nuestra propia vulnerabilidad. La vida es nuestro bien más preciado y, al mismo tiempo, el más frágil.
3.- Aprovechando este “terror-fascinación” que los seres humanos tenemos con los asesinatos, Hollywood nos ha vendido durante décadas enteras películas llenas de sangrientas muertes. Así podemos contemplar aquello que nos llena de horror, sentados en la seguridad de una sala de cine. Sin embargo, desde Corea del Sur, nos llega ahora una serie que lleva la muerte a un nuevo nivel. Matar humanos mecánicamente, sin culpa, como parte de un juego.
4.- Me refiero, por supuesto a “El juego del calamar” (Squid Game) que se estrenó el pasado 17 de septiembre y que, en cuestión de muy pocos días, se está convirtiendo en una de las producciones más vistas en Netflix de todos los tiempos. Se trata de una historia sumamente oscura presentada con imágenes luminosas y brillantes; desconcertante contradicción que está llamando la atención del mundo entero.
5.- La trama es muy sencilla. Un gran número de personas deben participar en una competencia basada en juegos infantiles. El que gane se llevará 45,600 millones de wones (la moneda surcoreana) es decir unos 38 millones de dólares. Y matan a los que vayan perdiendo. Punto. Mientras que la extrema angustia de los participantes es entendible, la calma y el minimalista glamour de los soldados que los vigilan es fascinante, por decirlo de alguna manera.
6.- Algo que pudiera resultar preocupante con “El juego del calamar” es que muchos niños y adolescentes la están viendo. ¡Y les está gustando mucho! En redes sociales ellos mismos hacen tendencias con sus respectivos hashtags y comentan divertidos sus impresiones al respecto. Debido a que la competencia es presentada como un juego para niños, los pequeños la asimilan fácilmente y la sienten cercana. Es como si Peppa Pig decidiera usar una ametralladora.
7.- Ningún psicólogo creería que la frivolización de los asesinatos en masa deje algo positivo en las mentes de los más jóvenes. La verdad es que el contenido de “El juego del calamar” es exclusivo para adultos. Tendemos a pensar que sólo hay que restringir el sexo a los menores de edad. Sin embargo, la violencia también debería ser vetada de la programación que ellos ven. Por lo pronto, “El juego del calamar” se convierte en un éxito global a la velocidad de un disparo.
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