El lugar donde viven los muertos

Opinión
/ 22 octubre 2024

Como ya es tradición llegó la hora de ir a comer al panteón. Los mexicanos con esta cultura de ritos y tradiciones arraigada hacen tributo al culto del Mictlán. Y lo más bonito es que nuestra gastronomía es uno de los máximos símbolos de ésta festividad.

El color naranja es el luto de los prehispánicos y el morado el luto católico. En el sincretismo único de costumbres y curaduría que nos brinda el llegar a un mejor lugar y regresar a disfrutar de esta comida de memoria que espera a sus difuntos en el altar.

La calabaza en tacha nace en unos cazos llamados “Tachos”, algunos de cobre, que se utilizaban en los ingenios de azúcar para hacer la melaza y el piloncillo. Esta genialidad del mexicano para enaltecer una de sus más grandes virtudes que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, justamente por la cocina de Michoacán, una de las sedes más importantes para la festejancia tilica.

Así mismo el camote, arroz con leche, que en esa época en sus jarros de barro daban al altar una especie de semejanza con una pintura de Rivera. Y como todo el altar está siempre en un proceso de evolución y se han sumado más elementos. El catolicismo aportó mucho a darle una connotación, incluso bíblica, formando los siete niveles .

Los tamales, el pan, el chocolate, los dulces y los guisos que le gustaban al difunto, además de que no puede faltar la cheve, los faritos. Las calaveritas de azúcar, en cambio, provienen del Tzompantli, de este lugar donde se conservaban los cráneos de los grandes guerreros. Al paso del tiempo se hicieron de alfeñique con amaranto y poco a poco en lo que hoy conocemos con azúcar, limón y clara de huevo.

El Xolo, el gran guía, este perro negro y pelón, podría ser ahora el simbolismo de mascotas en los altares y sin duda ponerles sus gustos terrenales.

La Catrina integrada al altar en el siglo XX. La calavera garbancera ha sido la mejor portadora del mensaje que los prehispánicos nos brindaron. “La muerte es democrática, ya que rubia o morena, rica o pobre, acabamos siendo calavera”, decía José Guadalupe Posada, grabador Mexicano muerto en pobreza que fue llevado a la fosa común, nacido en Aguascalientes. Dejó la máxima obra de arte y significado popular, y además con un gran mensaje a las vanidades.

La fiel representación del contexto del pueblo mexicano de honrar a sus muertos con comida, fruta, decía mi abuela: “Coman, ya que después no sabe a nada, ellos, los espíritus, se llevan el sabor”.

Ya llegó la pelona

invitó a todos a la comilona:

“Estos mexicanos me los llevo yo”,

replicó convencida

de tan calurosa bienvenida

la catrina nos llevó agradecida.

¡Viva México y su comilona!

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